Siem Reap nos resultó igualmente encantadora que Phnom Penh. Después de un viaje en micro de aproximadamente 7 horas (nos habían dicho 6, lo cual estuvo muy bien para los parámetros camboyanos), llegamos. Del viaje en micro no voy a hablar, acá es todo muy precario, desde los vehículos, las rutas, como maneja la gente. Me hizo acordar a Guatemala, aunque por los menos viajamos en micros donde a cada asiento le correspondía una y sólo una persona.
Siem Reap es la ciudad desde donde se visitan los templos de Angkor, la octava maravilla del mundo, así que apenas llegamos nos encargamos de contratar la excursión de dos días que, obviamente como es costumbre acá, fue en tuk tuk.
Esta ciudad es chiquita, tiene un centro muy lindo lleno de barcitos y lugares para comer. También se nota como reflota la pobreza cuando hay turistas cerca: hay gente pidiendo plata, muchos chicos pidiendo y vendiendo, y muchos más adentro del complejo de templos. Pero bueno, Camboya es un país muy pobre, que renació después del régimen de Pol Pot hace apenas pocos años, así que era de esperar algo así. Igual no deja de ponerme triste ver a los nenes tan chiquitos cargados de cosas para vender, persiguiéndote por los templos.
Esta ciudad es chiquita, tiene un centro muy lindo lleno de barcitos y lugares para comer. También se nota como reflota la pobreza cuando hay turistas cerca: hay gente pidiendo plata, muchos chicos pidiendo y vendiendo, y muchos más adentro del complejo de templos. Pero bueno, Camboya es un país muy pobre, que renació después del régimen de Pol Pot hace apenas pocos años, así que era de esperar algo así. Igual no deja de ponerme triste ver a los nenes tan chiquitos cargados de cosas para vender, persiguiéndote por los templos.
Los Templos de Angkor son un conjunto de construcciones que datan del siglo XII, cuando el rey que estaba en ese momento (que no recuerdo el nombre, es difícil) quiso construir algo para dejar a Camboya en la historia. Y lo hizo. Después reyes posteriores continuaron la obra Es algo impresionante. Las construcciones son espectaculares, de un nivel de detalle increíble. Y la inmensidad del predio no se puede creer. Obligadamente hay que hacerlo en un vehículo, sino tenés que estar un mes. Son kilómetros y kilómetros. Hay valientes que se animan a hacerlo en bicicleta también.
Las entradas se pueden comprar para uno, dos, tres días, y no sé si más. Nosotros contratamos el pase de dos días. El primer día nos levantamos a las cuatro de la mañana (¡!) y nos fuimos a ver como amanecía con la vista del templo principal, el Angkor Wat. Fue muy bello.
Las entradas se pueden comprar para uno, dos, tres días, y no sé si más. Nosotros contratamos el pase de dos días. El primer día nos levantamos a las cuatro de la mañana (¡!) y nos fuimos a ver como amanecía con la vista del templo principal, el Angkor Wat. Fue muy bello.
De ahí empezamos una recorrida que duró unas ocho horitas, por los templos de Angkor Wat (el de la foto conocida por todo el mundo), Angkor Thom (donde están los templos de Bayon, Baphuon, Phimeanakas, la Terraza de los Elefantes y la Terraza del Rey Leproso), Thommanom y Chau Say Thevoda, Ta Keo, Ta Prohm y Banteay Kdei. Los que más me gustaron fueron obviamente el Angkor Wat, Bayon (que son todas pirámides con caras gigantes hechas en la piedra), y Ta Prohm, donde se ven los árboles crecidos sobre las construcciones, con las raíces enredadas en todas las paredes y techos.
También en Bayon nos dimos el gusto de pasear en elefante. No sé si me gustó mucho, la verdad que me terminó dando mucha pena el elefantito, no sé si lo volvería a hacer.
En Siem Reap el calor sigue siendo agobiante. Te aplasta mal. Encima no entiendo porque la gente acá, y en Vietnam también, andan abrigadísimos. Con 50 grados se ponen campera, bufanda y guantes! No lo podemos creer. Después de estar ocho horas a pleno rayo de sol recorriendo los templos, subiendo y bajando escaleras, no dábamos más. El último templo lo vimos directamente desde arriba del tuk tuk. Ya no teníamos ni fuerzas para bajarnos. Así que nos volvimos al hotel a dormir una siestita con aire acondicionado.
El segundo día seguimos con la recorrida de los templos (más pequeños esta vez pero igualmente bellos), pero no desde tan temprano, porque la idea era ver el atardecer desde arriba de una colina. Muy lindo, lástima que todos los turistas que estaban en el Angkor tuvieron la misma idea. Después ya volvimos para cenar y para preparar las cosas para volver a Bangkok.
La comida en Camboya es riquísima. Encontramos un lugar muy barato, con comidas típicas alucinantes. Probé un pollo con vegetales y castañas de cajú y una sopa de curry con pollo, vegetales y leche de coco, que venía adentro de un coco (Amok). Exquisitos. La verdad que en todos los lugares que recorrimos comimos riquísimo. Las comidas de acá son muy sabrosas, me encantó la gastronomía asiática. Lo que casi no tienen son postres y cosas dulces (por suerte!).
No deja de darme un poco de tristeza el pueblo camboyano. Los chicos vendiendo, las condiciones laborales de explotación a las que están sometidos… En los hoteles uno ve a todos los que trabajan durmiendo en la recepción. El conductor del tuk tuk que nos llevó a recorrer los templos nos contaba que él trabajaba las 24 hs. en el hotel por un salario de 60 USD por mes. Había días que casi no dormía. Su familia vive lejos, con lo cual sólo viaja a su casa cada tanto para verlos. Me daban ganas de llorar. Y creo que la realidad de muchos camboyanos debe ser así. Y por otro lado, son sumamente inteligentes y cultos.
Todos hablan inglés, la mayoría muy bien, y también muchos entienden y dicen algunas cosas en español y otros idiomas. Tal vez la necesidad desarrolla el talento, y el turismo hace que desarrollen esa capacidad. Pero no deja de sorprenderme. En el Angkor, una nena que tendría no más de cinco años nos vino a vender postales y las contaba en todos los idiomas. También nenes chiquitos, cuando les decíamos que éramos de Argentina, en seguida nos saludaban en español (y acto seguido nos pedían plata).
Creo que lo que más escuchamos en Siem Reap fue “tuk tuk madame” y “one dolaaaar madame, five for one dolaaaaar”. Por minuto se debe escuchar eso unas 100 veces. Pero bueno, no deja de ser parte de la realidad de este país, y sobre todo de una ciudad como Siem Reap, donde su único ingreso debe provenir de la actividad turística.
Así y todo, Camboya me encantó. Con sus bellezas y sus tristes realidades. Y más allá de la belleza del país, de los templos y las ciudades, es otra vez la gente la que pone el broche de oro. Los camboyanos son alucinantes.
Recomendaciones
Recomendaciones
- Contratar un tuk tuk para recorrer los templos. Los conductores saben bien donde llevarte, el tiempo que uno demora en recorrer, todo. Y otra vez, las propinas son muy agradecidas, y por lo general merecidas también.
- La visita obligada desde Siem Reap son los Templos de Angkor. Un día es poco para recorrerlos. Creo que lo mínimo son dos días, para poder disfrutarlo bien.
- La gastronomía en Siem Reap es alucinante y muy barata. Recomiendo probar Amok, pollo con castañas, y otros platos camboyanos. El centro está lleno de bares y restaurantes. Al igual que Phnom Penh tienen happy hours.
- Hotel The King Angkor Villa en Siem Reap. Dirección: 251 Samdech Tep Vong st. www.thekingangkorvilla.com. El hotel está buenísimo. Ubicado en el centro de Siem Reap. Las habitaciones son muy lindas y tiene aire acondicionado, tele y heladera. Sirven desayuno. Se puede contratar ahí mismo un tuk tuk para la recorrida de los templos, y también venden pasajes en micro a otros destinos.
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