La odisea del viaje empezó un sábado al mediodía, con destino final el lunes a la tarde. Casi 40 horas de viaje y 10 de jet lag. Igual se ve que uno ya se va mentalizando, porque no se hizo tan interminable (aunque en un momento lo único que quería era llegar a algún lugar donde poder poner mis piernas en alto). El primer vuelo se hizo largo, más que nada porque sólo habremos dormido 3 horas. Y con esas 3 horas de sueño y otros 3 grados de temperatura, empezamos nuestro recorrido por Londres, en las 15 horas que teníamos de escala entre un vuelo y otro.
Llegamos a Londres a las 8 de la mañana aproximadamente, y enseguida nos tomamos el tube (metro) hasta la estación de Picadilly Circus, que sería como la zona más céntrica de la ciudad. Obviamente un domingo a las 8 de la mañana sólo estábamos nosotros tres emocionados, sacando fotos y literalmente congelándonos.
Empezamos a caminar por esa zona, pasamos por el barrio chino, y decidimos adentrarnos en algún museo para recobrar la temperatura corporal. Y como lo que nos quedaba más a mano era el famoso British Museum, hacia allí nos dirigimos. El museo la verdad que está buenísimo, aunque a uno como tercer mundo y ex colonia no deja de generarle algún resquemor la cantidad de tesoros de todas las civilizaciones del mundo que ahora posee el estado británico con la excusa de la preservación. En fin. No deja de ser impresionante el valor histórico de los objetos griegos, egipcios, mayas, africanos, orientales, etc. que se ven en ese museo.
Del British, y sin mucha movilidad por la cantidad de abrigo superpuesto que llevábamos, nos fuimos para un mercado que se llama Coven Garden. A esa hora del día ya había bastante más movimiento en Londres. Mucha gente paseando, almorzando y haciendo compras. Coven Garden es un mercado muy lindo donde se encuentra desde ropa de grandes marcas, hasta puestos de paella, pasando por artículos de perfumería, cuadros, en fin, lo que uno quiera. Había un espectáculo callejero que nos quedamos a mirar un ratito.
De ahí seguimos caminando hasta llegar a otro lugar llamado Trafalgar Square, desde donde a lo lejos pudimos divisar el Big Ben (que lo dejamos para conocerlo bien a la vuelta). Y como habíamos sacado un pase diario de transporte el cual nos costó 9 Pounds, aprovechamos e hicimos algunos viajes en los famosos colectivos rojos de dos pisos. El primero fue hasta el barrio chino para almorzar algo lo más económico posible (dos platos de arroz, una sopa y un agua pequeña entre los tres).
El segundo fue para ir a un barrio llamado Knightbridge, donde está la famosísima tienda Harrods. El edificio de esa tienda es realmente una belleza. Paseamos un rato por ahí, que la verdad que es increíble y económicamente inaccesible. Uno puede encontrar desde un vestido de Valentino, hasta una escultura de Dali, y un chocolate en rama artesanal.
Después de Harrods, y ya oscureciendo, nos refugiamos en un Mc Donalds a tomar un té y esperar la hora para volver al aeropuerto. A esa altura ya nos quedábamos dormidos parados.
La primera impresión en esas pocas horas que estuvimos en Londres es que es una ciudad alucinante. Es hermosa por donde se la mire. Y son esos lugares donde uno se siente a gusto (y eso que hacía mucho frío). Londres tiene belleza mezclada con un poco de “calle”, lo cual la hace una ciudad increíble. Y la verdad que me saco el sombrero por los londinenses. Son muy amables genuinamente, y muy educados. Siempre te responden todo muy cordialmente.
Del vuelo hacia Bangkok no puedo dar mucha información. Subí, cené y me desmayé hasta dos horas antes de llegar. Creo que ni siquiera cambié de posición.
Llegamos a Bangkok alrededor de las 16 horas. Quisimos hacer migraciones pero como somos sudacas-posibles-transmisores-de-enfermedades-epidémicas, enseguida nos mandaron a sanidad a chequear que tengamos todas las vacunas dadas. Y como las teníamos pudimos ingresar sin inconvenientes. Bah, casi. La barrera idiomática ya se perfilaba como un potencial inconveniente! Ni en inglés se los entiende! Del aeropuerto rapidito nos tomamos un taxi y en una hora y monedas ya estábamos instalados en el Rambuttri House. El hotel estuvo muy bien por el precio que pagamos. Y la ubicación es de lo mejorcito, está en una calle llena de bares y restaurantes. De camino al hotel ya venía viendo los puestos y negocios llenos de cosas de las más variadas, incluyendo guisados y carnes calentándose al calor de los promedio 40 grados de temperatura (y eso que es la estación fresca…).
Lo que nos quedó de esa tarde y noche la dedicamos a pasear por las calles cercanas al hotel, que además son las que tienen más movida. Recorrimos Rambuttri y la famosa Kao Sanh. Un quilombo de gente, sonidos, olores, colores, Bangkok de noche es multi estimulante (y de día también, con el agravante del calor). Es increíble. Cenamos en un puesto en la calle con mesitas. La comida riquísma. De ahí nos fuimos a tomar unos tragos y terminamos la noche haciéndonos “foot massashhhh!” en una camilla en la calle. Eso es algo a destacar, uno camina y en todas las cuadras está lleno de puesto de masajes tailandeses express: parás, te acostás, te masajean y te vas. Así de simple. Y la verdad que después de tanto viaje, a nosotros nos vino más que bien…
El primer día en Bangkok nos enganchó despertándonos a las 12 del mediodía. Se ve que el jet lag tiene sus efectos. Pero de todas maneras lo aprovechamos muchísimo. Apenas salimos del hotel sentimos por primera vez el verdadero calor del trópico. Bangkok es un horno, el calor es agobiante, se respira aire caliente.
Del hotel nos fuimos camino al Gran Palacio, uno de las atracciones de la ciudad. Manejarse no es tan sencillo, uno lo ve en el mapa y está todo bien, pero después la realidad es diferente. La ciudad es caótica. Ya de entrada vivimos nuestra primera experiencia cruzando la calle. Eso si que es una travesía! Las motos, tuk-tuk, taxis, bondis y otros rodados aparecen por todos lados, no se entiende bien. Lo único que hay que hacer es mirar al cielo, rezar un toque, y mandarse sin mirar mucho para ningún lado (y seguir rezando en lo posible mientras uno va cruzando). Es a todo o nada. Así y todo no vimos ningún peatón atropellado, increíble.
El Gran Palacio es un lugar alucinante. Adentro también está el Templo del Buda Esmeralda. Es todo un complejo de edificios orientales majestuosos, dorados y con muchos adornos, llenos de estatuas e imágenes de buda. Realmente impactante.
Del Gran Palacio fuimos camino a otro templo, el Wat Po (no sin antes comer un arrocito en el medio a las cuatro de la tarde). Ese templo también es bellísimo, del mismo estilo de construcción que el anterior. En el Wat Po está la famosa figura del buda acostado. Impresionante! Es una figura dorada de buda que mide como una cuadra de longitud y no sé cuántos metros de altura. Es indescriptible. Y el resto del templo también es bellísimo. Los templos son como complejos donde hay diferentes espacios cerrados y al aire libre, con monumentos, estatuas y, obviamente, millones de figuras de buda de todos los tamaños.
Del Wat Po y ya anocheciendo, nos fuimos a darle un vistazo al río, desde donde se ve otro de los templos más importantes de Bangkok, el Wat Arun (el cual dejamos para otro día). De ahí fuimos caminando hasta oooooootro templo (si si, Bangkok es templo-templo-templo-moto-moto-templo-templo…), el Wat Sutat. Este se ve que nos es tan turístico, y justo pegamos una “misa” budista, así que nos sacamos nuestros zapatitos, y nos sentamos en el piso del templo con el resto de la gente para presenciar la ceremonia.
No deja de llamarme la atención lo caóticamente interesante que es esta ciudad. Nunca vi algo similar. La mezcla de olores que hay no puedo describirla con palabras, la cantidad de puestos de comidas, la oferta de cosas rarísimas que uno puede encontrar en la calle (desde hacerte una limpieza de cutis hasta comprar una sopa), el tráfico, la cantidad tailandeses que hay que esquivar para que no te hagan el cuento del tío (ya nos venimos preparados, sabemos que todo lo que te dicen es mentira). Es zarpado. Y a eso se le suma el agobiante calor… En algún momento del día uno desea volver al hotel en busca de un poco de tranquilidad. Así que eso hicimos. De paso nos pegamos un baño, y nos preparamos para disfrutar de la noche.
A la noche fuimos otra vez a comer al puesto de la calle del que ya somos habitúes y después nos cruzamos a un bar donde había un tailandés cantando diversas canciones de diversas nacionalidades, entre ellas “NOSSA, NOSSA ASI VOCE ME MATA!”. Hasta en Tailandia suena! Y como le pusimos onda, el tailandés nos preguntó de donde éramos: ARGENTINA! Y claro, como para nosotros ellos son todos iguales, evidentemente para ellos también, así que nos dedicó exclusivamente una canción de Juanes, que es colombiano. Nos morimos de risa. Ni hablar de cómo pronunciaba “tengo la camisa negra”.
Mercado flotante |
Un poco después del mediodía, ya estábamos de vuelta en la ciudad. Y con un calor que te desmayaba nos fuimos a visitar el último templo importante que nos quedaba, el Wat Arun. Cruzamos el río en el vaporetto tailandés, y al toque estábamos en el templo. Muy hermoso, como todos los demás. Lo lindo era que por todos lados había monjes sentados en el piso con niños chiquitos, de escuela, a los cuales parecía que se les estaba enseñando algo, o contando una historia. Obviamente que no entendí nada.
Del Angkor negociamos un taxi y nos fuimos para el otro lado de la ciudad, a la parte “moderna” a tomar un poco de aire acondicionado en uno de los shoppings más famosos, el MBK.
Y ya atardeciendo nos animamos a tomarnos un colectivo, para probar el transporte público tailandés. No estuvo tan mal, sólo nos dejó a 20 cuadras del hotel en un lugar que no teníamos idea donde estábamos parados. Por suerte un italiano con buen sentido de la ubicación nos indicó el camino, porque si es por los tailandeses es imposible entenderles una palabra o indicación. Si uno se desconcentra cuando te hablan en inglés, tranquilamente se puede pensar que hablan en chino. No se les entiende nada, nada, nada de nada.
A la mañana siguiente ya nos tomamos nuestro vuelo para Hanoi.
Recomendaciones
- Del aeropuerto de Bangkok Suvarnabhumi a Khao San road un taxi cuesta 450 Baht. A la salida del aeropuerto hay mostradores para contratar los taxis. Llevar la dirección escrita ya que la comunicación se torna dificultosa.
- Hotel Rambuttri House en Bangkok. Dirección: 323 Rambuttri Road. http://www.rambuttri-house.com/. El hotel está muy bien. Las habitaciones son muy lindas y cuentan con aire acondicionado. La ubicación es excelente, si se quiere parar en la zona de más movimiento turístico. No sirven desayuno.
- Barlamphu en Bangkok. Es uno de los tantos bares ubicados sobre la calle Rambuttri. Tiene música en vivo y un clima muy divertido.
- Agencia de turismo Buddha View Bangkok. Queda frente al hotel Rambuttri House. http://www.justdiveit.com. Contratamos pasajes y tours y hasta taxis con ellos. Siempre nos ofrecieron buenos precios, y sobre todo cumplieron en todo.
- Si uno opta por alojarse en Khao San road sepan que es realmente caótica, llena de ruido y gente permanentemente.
- Ojo con el "cuento del tío". Es probable que en la calle se acerquen personas locales preguntando acerca del lugar que uno quiere visitar. Cuando uno les responde, dicen que ese lugar está cerrado por algún motivo, y tal vez abre más tarde. Es mentira. Lo que pretenden es llevarlo a uno a otra atracción donde ellos tengan algún tipo de beneficio.
- En Bangkok se visitan muchos templos y palacios, los cuales exigen vestir con decoro para ingresar. Así que llevar en la mochila un pantalón y una remera.
- Si la idea del viaje es conocer otros países como Camboya o Vietnam, no desesperarse con las compras. Si bien Bangkok es barato, los otros países lo son aún más, sobre todo en indumentaria. Si se pretende compara tecnología, es recomendable en Bangkok.
- Visitas imperdibles: Palacio Real, Wat Po y Wat Arun. También el mercado flotante resulta interesante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario