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viernes, 1 de mayo de 2015

Ecuador Parte I: de pasada por Quito, con destino final en las Islas Galápagos

Ecuador fue un destino elegido casi por descarte. Mientras barajábamos algunas posibilidades de vacaciones y evaluábamos presupuestos, TAME, la aerolíneas ecuatoriana, sacó de la galera una promoción que nos llevaba a Quito y a las Islas Galápagos por sólo 6500 pesos. No lo dudamos mucho. Y si bien mi expectativa no era muy alta, Ecuador llegó a superarla con creces, y a demostrarme una vez más que viajar sin muchos pre conceptos puede ser una idea fantástica. 

Llegamos a a Quito casi a media noche, luego de seis horas de viaje. Media hora más tarde ya estábamos instalados en nuestro hostal ubicado en el barrio La Mariscal, un barrio muy lindo y moderno, lleno de bares y boliches. Una especie de Palermo, en términos porteños. El epicentro del barrio es la Plaza Foch, alrededor de la cual se encuentran muchos bares y lugares de oferta de servicios turísticos. La calle donde estaba ubicado nuestro hostal era muy bonita y por suerte silenciosa, a diferencia de otras calles de la zona.

El primer día en Quito nos fuimos directo para el Centro Histórico. Desde La Mariscal se puede viajar con el trolebús que circula por la Avenida 10 de Agosto, o bien con el ecovía que circula por la Avenida 6 de Agosto. El transpore público en Quito es económico (25 centavos de dólar el pasaje en trolebús, ecovía o bus), y sencillo. Hay varias líneas de ecovías y troles que atraviesan toda la ciudad.

En el centro histórico hicimos dos visitas importantes: la Iglesia de la Compañía de Jesus, y el Palacio Presidencial.

La Iglesia de la Compañía de Jesus es impresionante. Desde el punto de vista arquitectónico, está a la altura de las iglesias más hermosas del mundo (por lo menos de las que yo conocí). En Quito, este lugar es de visita obligada. La construcción es de estilo barroco, con un nivel de trabajo y detalle exquisito, toda recubierta con oro. Es una verdadera joya. Luego fuimos al Palacio de Carondelet o Palacio Presidencial, que ofrece visitas guiadas gratuitas. El paseo vale la pena.

El recorrido por el centro histórico siguió por la calle La Ronda, una callecita estrecha y muy bonita, la Plaza e Iglesia de San Francisco, y demás calles coloniales. Lo que llama poderosamente la atención es la cantidad de iglesias que hay en las pocas cuadras que ocupa este barrio. Según nos dijeron, sólo en el centro histórico hay veintitrés iglesias. Y para resaltar aún más el perfil religioso de esta ciudad, hay una calle llamada De las siete cruces, porque a lo largo de ella (que no es necesariamente larga) se pueden encontrar siete iglesias.

En esta parte de la ciudad también se observa una gran oferta gastronómica, y para todos los gustos: desde carros de venta de comida al paso, hasta menúes  muy baratos y lugares más exclusivos.

Quito, o más precisamente su centro histórico, es una de las ciudades coloniales mejor conservadas, a lo que se le suma una geografía muy bella, de montañas repletas de casitas de colores, lo que hace aún más pintoresca esta ciudad.

En la visita a la Compañía de Jesus conocimos una pareja, él ecuatoriano y ella venezolana, que viven en España y estaban de visita. Estuvimos conversando unas cuadras, y nos llevaron a conocer un bar un poco escondido llamado Vista Hermosa, que tiene una terraza desde donde se puede apreciar el centro histórico y los alrededores. Un lugar muy bonito que hace honor su nombre.

Por la tarde, para refugiarnos de una lluvia que cada vez se hacía más intensa, nos tomamos un café en la heladería/cafetería Caribe, que me pareció muy auténtica. Ya entrada la noche, y por la Semana Santa, fuimos al Museo de la Ciudad donde había un espectáculo de música sacra, en el cual duramos quince minutos. 




La Semana Santa en Quito parece ser uno de los eventos del año. Desde la semana anterior se ofrecen diversas actividades, como conciertos y otros espectáculos. Ya en los días de Semana Santa hay un extensa agenda de actividades y procesiones a lo largo de toda la ciudad. Quito, y Ecuador en general, es un país católico donde la práctica de la religión está a la vista.

Ya de regreso en La Mariscal, y por recomendación de una empleada del hostal, fuimos a cenar a un lugar en apariencia no turístico, llamado Las Menestras de la Almagro. Debo decir que regresamos en otras ocasiones ya que comimos muy rico y abundante, y a precios muy enconómicos (sobre todo por estar ubicado en La Mariscal).

Al día siguiente, temprano partimos para las Islas Galápagos. Nuestro vuelo salió con dos horas y media de retraso, con lo cual aterrizamos en el aeropuerto de Baltra por la tarde. Del aeropuerto un micro de la misma compañía aérea nos llevó a un muelle, donde por un dólar nos cruzaron en lancha a la Isla de Santa Cruz. Luego, por dos dólares más y una hora de viaje, un bus nos dejó en el centro de Puerto Ayora, la "ciudad" más importante de las Islas Galpágos. También se puede conseguir un taxi en el mismo lugar donde esperan los buses, pero el viaje es bastante más caro (18 dólares).

Puerto Ayora es un típico pueblo de mar dedicado mayormente al turismo. Si bien, según nos contaba un lugareño, creció mucho en los últimos  años (actualmente tiene 18000 habitantes), sigue siendo un lugar muy tranquilo y seguro. También nos contó  que para vivir allí, o en cualquiera de las islas del archipiélago, hay que ser descendiente de locales, o bien tener un contrato de trabajo. No se puede comprar ni alquilar propiedades sin esta condición.

En Puerto Ayora nos alojamos en un Hostal llamado Dove, un tanto alejado del centro, pero muy económico para los precios que se manejan en las islas. Lo bueno es que las distancias, además de ser en general cortas, no son un problema para transportarse ya que los taxis cobran una tarifa fija de un dólar para ir y volver de cualquier punto de la parte baja de la isla (lo que sería la zona céntrica de Puerto Ayora). 

Apenas dejamos las cosas en el hostal y ya con la tarde casi perdida, fuimos a conocer la Laguna de las Ninfas, una laguna rodeada de manglares, con una pasarela para recorrerla, ubicada en el centro de la ciudad. De allí fuimos al Centro de Interpretación Charles Darwin, para conocer el criadero de tortugas gigantes. Nada muy sorprendente, a excepción del tamaño de esos animales. El tema es que como ahí están en cautiverio, no sé si me resultó tan atractivo. También pasamos por una pequeña playa cerca del centro de interpretación, que estuvo bien para apagar el calor que teníamos. El mes de marzo es muy caluroso. 

Ya de regreso para la zona del centro, averiguamos por excursiones en algunas de las tantísimas agencias de turismo que hay, y luego nos fuimos a cenar a una calle llamada "la calle de los kioskos". Esta calle, transitable durante el día, por la noche se cierra y se convierte en un gran comedor donde diversos restaurantes ofrecen menúes económicos (a diferencia de la zona de la costanera, donde los precios son bastante más elevados). 

Al día siguiente conocimos Tortuga Bay, una playa extensa, de arena blanca y agua celeste, que no tiene nada que envidiarle al Caribe. Tal vez el Caribe pueda envidiarle que esta playa es agreste, llena de especies de animales que viven y circulan libremente. Vimos iguanas marinas tomando sol, cangrejos de todos los colores y tamaños, aves, pelícanos . La verdad que es una belleza. Nos quedamos en una playa llamada la mansa, donde hay manglares y arbolitos donde refugiarse del tajante sol. Tortuga Bay se encuentra alejada del centro de Puerto Ayora, como la mayoría de las playas allí. Para llegar hay que hacer una caminata de poco menos de una hora, por un sendero perfectamente delimitado y en excelente estado.




Por la tarde hicimos otro paseo a un lugar llamado Las Grietas, que es una falla que forma dos paredones altos y angostos de piedra, donde se filtra agua de mar. Un lugar ideal para nadar y hacer snorkel. El agua era un poco fría, pero igual es un lugar hermoso. De regreso nos detuvimos en una playa pequeña y bonita, llamada De los alemanes, donde nos quedamos mientras atardecía.

Para ir del muelle de Puerto Ayora hasta Las Gietas y la Playa de los Alemanes se puede tomar una lancha y en cinco minutos se cruza a otro muelle desde donde se camina unos pocos metros para llegar a esas atracciones. El pasaje cuesta 60 centavos de dólar por persona. Hay agencias que ofrecen excursiones de medio día que incluyen esos lugares y otros pocos más, y cobran alrededor de 30 dólares por persona. Si no se cuenta con mucho dinero para destinar a excursiones, estos paseos es conveniente hacerlos por cuenta propia, ya que la diferencia en dinero es mucha. Además, se puede permanecer más tiempo en la playa o en Las Grietas, sin estar atado al horario de una excursión.

El sol en las Galpágos es fulminante. Si no se toma la precaución de estar cubierto o de ponerse un protector muy alto, se la puede llegar a pasar muy mal (como le pasó a mi novio). Es importante tener en cuenta esto, y tomar las medidas necesarias antes de iniciar algún paseo.

A la mañana siguiente partimos bien temprano para otra isla, Isabela, en una excursión previamente contratada en Puerto Ayora. La excursión terminaba a las tres de la tarde y regresaba a Puerto Ayora alrededor de las cinco, con lo cual eran pocas las horas que efectivamente íbamos a estar conocienodo Isabela, así que hicimos un pequeño arreglo con la agencia para que nuestra vuelta fuera al día siguiente por la tarde, y poder disfrutar un poco más sin estar a las corridas. También existe la opción de viajar de una isla a otra por sin contratar excursión alguna. Las lanchas salen por la mañana y por la tarde (conviene chequear bien los horarios), y el pasaje sale 30 dólares por tramo.

El viaje a Isabela son dos horas en un barquito muy pequeño que se mueve que da calambre. No la pasé muy bien, la verdad que llegué muy mareada. La excursión contratada consistía en visitar una laguna con flamencos, después un lugar de crianza de tortugas, para finalizar con un paseo en bote por otras isletas para ver fauna: tintoreras, lobos marinos, pingüinos, piqueros de patas azules y demás. Al final de la excursión nos dejaban un tiempo para hacer snorkel. Por mi experiencia, como todas las excursiones contratadas, lo más interesante fue el snorkel y el recorrido con el barco para divisar fauna, y el resto fue puro relleno. Y como siempre, el relleno fue lo que más tiempo ocupó de la excursión. Igual estuvo bien. La verdad es que las agencias ofrecen otras excursiones dedicadas al snorkel y otras actividades acuáticas, pero son bastante saladitas, así que hay que elegir. 

Puerto Villamil, la población de la isla Isabela  es mucho más pequeña, rústica y  menos armada que Puerto Ayora. Las playas son muy lindas, y lo bueno es que están ubicadas cerca del pueblo, lo cual es una ventaja ya que se puede acceder en cualquier momento del día.

Por la tarde alquilamos unas bicis (3 dólares la hora) y nos fuimos por un sendero que va del centro del pueblo hasta un lugar que se llama el Muro de las Lágrimas. No llegamos al muro porque ya se nos hacia tarde, pero pasamos por lugares muy lindos, playas y senderos. Además el camino en sí mismo es muy bonito para hacer, ya sea en bicicleta o caminando (son aproximadamente 5 kilómetros de ida. Si bien es poco, parte del camino es de arena, con lo cual requiere de cierto esfuerzo). 

Por lo general tanto en  Santa Cruz como en Isabela, las atracciones tiene un horario, el cual en su mayoría es desde muy temprano a la mañana, hasta las 17, 18 horas. 

Para comer barato siempre es recomendable hacerlo en los lugares más alejados de la costanera (lo cual son dos o tres cuadras, no mucho más). En Isabela hasta el mediodía funciona el mercado, donde sirven platos abundantes de desayuno y almuerzo a muy buen precio.




Al día siguiente, después de probar un desayuno típico en el mercado del pueblo con bolones (que son unas bolas de plátano y queso), huevo y licuado de avena con frutas, fuimos a un lugar cercano al muelle llamado Concha Perla, que es una pileta natural de agua transparente rodeada de manglares, ideal para hacer snorkel. Allí estuvimos toda la mañana hasta que llegó el momento de dejar la isla, a eso de las tres de la tarde. Si el viaje de ida fue movido, el de vuelta fue mucho peor.

De regreso en Quito, y con poco tiempo ya que a la noche partíamos para la selva, nos fuimos a visitar el museo de Guayasamin. Guayasamin fue un pintor y escultor ecuatoriano contemporáneo que reivindicó con su arte a las culturas nativas y los grupos más desfavorecidos. Toda su obra está basada en la protesta social, y muestra el sufrimiento de distintos grupos y pueblos. La verdad que la obra es de una belleza sublime. El museo es lo que fue su hermosa casa, donde el pintor vivió los últimos años de su vida. Allí se exhibe una colección de obras de diferentes artistas y culturas, desde arte sacro, esculturas pre colombinas y cuadros de artistas conocidos, entre otras cosas, que Guayasamín fue adquiriendo a lo largo de su vida. También está su taller, con algunas obras terminadas y otras inconclusas Al lado de la casa se encuentra la Capilla del Hombre, una construcción enorme donde se exhibe la obra más importante del pintor. Este paseo es de lo mejor de Quito.

De allí nos fuimos a tomar unos canelazos (bebida caliente a base de jugo de naranjilla, canela y caña) a la calle de la Ronda. A partir de las siete de la tarde, cuando baja el sol y los bares abren sus puertas, esta calle es el lugar ideal en el centro histórico para tomar unas copas y escuchar algo de música en vivo. A la noche partimos en bus rumbo a Lago Agrio, para hacer una excursión a la Reserva del Cuyabeno, en la cuenca del Amazonas. 

Recomendaciones y datos útiles

  • TAME Línea Aérea del Ecuador 
Quito
  • Hostal Posada del Maple. Dirección: Calle Padre Juan Rodríguez E8 - 49, La Mariscal. Es una casa antigua bien conservada. Las habitaciones no son muy lindas, no tienen ni calefacción ni aire acondicionado (nosotros pasamos bastante frío). También tuvimos una mala experiencia con el personal, ya que una noche no nos dejaron utilizar el teléfono (con cobro revertido) para llamar a un médico. El precio de la habitación doble con baño privado y desayuno es de 37 dólares (aceptan tarjeta de crédito con un 12% de recargo). A juzgar por los precios de Ecuador y por la calidad del hostal no resultó económico. La ventaja que tiene es que está muy bien ubicado, y tienen guarda equipajes. 
  • Taxi del Aeropuerto Mariscal Sucre al barrio La Mariscal 25 dólares.
  • Iglesia de la Compañia de Jesús. Dirección: Calles García Moreno y Sucre, Centro Histórico. 2 dólares la entrada para estudiantes o 4 dólares para el público general. La entrada incluye una visita guiada, pero no la ofrecen si no se pregunta.
  • Palacio Carondelet. Ofrece visitas guiadas gratuitas para lo cual hay que anotarse previamente en una cabina ubicada junto al Palacio. Es importante llevar alguna identificación.
  • Vista Hermosa. Dirección: Calle Mejía oE4 - 45, Centro Histórico. Un bar muy lindo, con una terraza mirador para apreciar la ciudad de Quito.
  • Las Menestras de la Almagro. Dirección: Calle Diego de Almagro N24 - 15, La Mariscal. Excelente comida, muy abundante, y precios económicos. Se puede comer por 4 dólares por personas.
  • Café Taita Pendejadas. Dirección: Calle Morales oE - 384, Centro Histórico. Un lindo y acogedor reducto en la calle de La Ronda para tomar unos canelazos y escuchar música en vivo.
  • Museo Guayasamín y Capilla del Hombre. Dirección: Calle Mariano Calvache E18 - 94, Bellavista. Entrada general 8 dólares (con visita guiada tanto en el museo como en la capilla). Imperdible.
Islas Galápagos
  • Para el ingreso a las Islas Galápagos pagamos un impuesto en el aeropuerto de Quito de 20 dólares, y luego la entrada al Parque Nacional de 50 dólares. Dependiendo de la nacionalidad, la tarifa puede ser mayor o menor. Además hay que hacer un pre-registro en la web del Gobierno de las Islas. Para más información http://www.gobiernogalapagos.gob.ec/
  • Para mayor información sobre las islas y las visitas que se pueden realizar: http://www.galapagospark.org/
  • Hostal Galápagos Dove. Dirección: Barrio Matazarno entre el Coliseo cerrado y la pista de patinaje (si, ésta es la dirección). 30 dólares la habitación doble con baño privado. El hostal es sencillo, pero la atención es muy cálida y amable. 
  • Calle de los Kioskos. Dirección: Binford y Baltra. El lugar ideal en Puerto Ayora para comer menúes económicos. Funciona por la noche.
  • Excursión a Isabela con Tintoreras (desde Puerto Ayora) , con pasaje de vuelta abierto, 130 dólares. La contratamos en la Agencia Los Viajes de Darwin, que si bien nos atendieron muy bien a la hora de vendernos la excrusión, ésta fue bastante desorganizada. De todas maneras, nos dió la impresión que las agencias de Puerto Ayora contratan a las de Puerto Villamil para las excursiones en Isabela, con lo cual no se puede saber a ciencia cierta como va a resultar. Tal vez son todas lo mismo.
  • Gran Hostal Tintoreras. Pagamos 40 dólares la habitación doble con aire acondicionado, porque amenazamos con irnos (nos querían cobrar 60). El hotel es precioso. Las habitaciones son nuevas y amplias, y la ubicación es excelente. El desayuno lo cobran aparte y lo sirven muy temprano.

Ecuador Parte II: Amazonas y Semana Santa en Quito

Luego de una viaje de siete horas desde Quito, llegamos a Lago Agrio. Allí tuvimos que esperar CUATRO HORAS a que nos pasara a buscar otro bus para llevarnos hasta la entrada de la Reserva de Cuyabeno. Evidentemente la coordinación de los tiempos entre los pasajeros que viajan en bus público, avión y bus privado no está aceitada todavía por las agencias de turismo (todas estaban en la misma situación). El viaje siguiente duró unas dos horas, y luego nos subimos a una canoa con motor que nos adentró en la Reserva del Cuyabeno, hasta llegar al Guacamyo Lodge, el lugar que nos alojó en la selva amazónica. El viaje en lancha fueron otras dos horas más, pero mucho más interesantes por el entorno selvático y la fauna que íbamos viendo en el camino.

La Reserva Faunística del Cuyabeno es un parque nacional situado en la cuenca del río Amazonas. Su nombre lo da el río que la atraviesa, el Cuyabeno, y es una zona de río y selva. Esta reserva es parte del ecosistema más extenso llamado Amazonía, y que incluye regiones de Ecuador, Colombia, Perú y Brasil.

Una vez que uno se instala en el lodge prácticamente pierde conexión con el mundo. No hay internet, ni tele, ni radio, ni teléfono, ni negocios, ni nada. Hay luz sólo de 19 a 22 hs. Y luego la selva, sus sonidos y sus luces.

El Guacamayo Lodge estaba muy bien, a no ser porque las habitaciones no son tan privadas. Están separadas sólo paredes que no llegan hasta el techo (lo mismo que los baños), con lo cual se podía escuchar hasta cuando el vecino se daba vuelta en la cama. En relación al servicio y las comidas, todo fue excelente.

Luego del primer almuerzo nos subieron a un bote junto a dos chilenos para remar hasta una laguna donde se podía nadar, y donde contemplamos un hermoso atardecer en la cuenca del Amazonas. Ya de noche volvimos remando sólo iluminados por la luz de la luna y acompañados por el sonido de la selva. En el camino vimos un caimán negro, especie dificil de encontrar. Estuvo muy lindo el paseo. Luego cenamos, y a las diez de la noche, como nos habían dicho, todo quedó a oscuras (aquí la electricidad se obtiene por paneles solares con lo cual hay que usarla sólo lo necesario).




Al día siguiente por la mañana hicimos una caminata de unas dos horas por la selva, para apreciar flora y fauna. Flora vimos mucha, fauna casi nada. Luego de la caminata nos dimos un chapuzón desde el bote para apagar el calor, y seguimos viaje hasta el Lodge para el almuerzo. Por la tarde hicimos una nueva navegación que se extendió hasta que empezó a oscurecer, para buscar fauna. Ahí si vimos algunas especies interesantes, como ser aves y serpientes.  Aquí la mayoría de la gente que trabaja para los lodges pertenecen a alguna comunidad aborigen. Nuestro guía, por ejemplo, pertenecía a una comunidad Kichwa. Es muy interesante ver la relación que tienen con la selva. Pueden distinguir un pajarito diminuto en la copa de un árbol a muchísimos metros de distancia, con la lancha en movimiento. Creo que me llamó más la atención eso que los mismos animales. 

El último día paseamos nuevamente en lancha durante un largo rato en el cual pudimos ver monos, uno muy chiquito, del tamaño de una mano llamado leoncillo, tucanes, otros pájaros, boas y el delfín de río. Luego seguimos viaje hacia una comunidad Siona, donde nos esperaban para mostrarnos como se prepara el casabe, el plato típico de esa comunidad que consiste en una tortilla de yuca (mandioca). De allí nos fuimos a visitar un chamán y luego a otra comunidad Siona. Sinceramente no me pareció interesante ni la visita a las comunidades, ni al chamán. Se notaba que estaba todo preparado, nada auténtico, a no ser por las casillas donde viven. 

Para los que como yo no son tan amantes de la vida silvestre, el programa de tres noches se hace un poco extenso. Las actividades son bastante reiterativas, porque justamente consisten en buscar y apreciar flora y fauna. El tema es que también es mucho viaje hasta allá, por lo menos desde Quito, con lo cual al menos dos noches es conveniente quedarse. Ahora, para los amantes de todo esto, hay programas aún más extensos. 

El día siguiente fue bastante largo y tedioso. El viaje de vuelta llevó doce horas entre canoa (donde encima nos llovió torrencialmente las casi dos horas de viaje) y buses. El camino es bellísimo, todo de montaña y selva, pero no pude disfrutarlo como hubiese querido ya que estuve todo el viaje con fiebre y cuando llegué a Quito no tuve más opción que llamar a un médico. Por suerte me curó enseguida, y no tuve que perder ni un día en la cama.




El día siguiente, viernes Santo, tuvimos la fortuna de estar en Quito. Acá la Semana Santa es una festividad muy importante, llena de diversas actividades para hacer, y que convoca muchísima gente. Al mediodía nos fuimos directo para el centro histórico para ver la procesión de Jesús del Gran Poder, la más importante de esta festividad. El centro estaba repleto de gente, una multitud había tenido la misma idea que nosotros. No pudimos alcanzar a ver mucho de la procesión, salvo algunas capuchas violetas de "cucuruchos", que son unos personajes de los cuales la gente se disfraza. Son una especie de ku klux clan de color violeta, que por lo que pude investigar, remiten a los penitenciados por la Inquisición, y se utilizan para imitar los escarnios de Jesús camino a la cruz. Algunos cucuruchos cargaban cruces, otros simplemente caminaban, y otros llevaban altares, o arrastraban cadenas con los pies. También había músicos y oradores. Pese a que no pudimos apreciar del todo bien la procesión, resultó muy interesante vivir esta festividad en esta ciudad tan devota.

Ya entrado el mediodía, nos fuimos a comer el plato típico que en Ecuador sólo se prepara en la Semana Santa: la fanesca. Básicamente consiste en un guiso, que se prepara con doce granos diferentes, que representan a los doce apóstoles y a las doce tribus de Israel, bacalao salado que representa a Jesús, y además lleva queso y huevo. Existen también otras explicaciones respecto al origen y significado de este plato, con lo cual se puede optar por la que más guste. Lo que sí, todas acuerdan en que es un plato exclusivo de esta festividad. En el Centro Histórico se pueden encontrar locales gastronómicos muy económicos. Por menos de tres dólares se puede comer un menú con entrada, plato principal y jugo, y quedar más que satisfecho. 

Finalizado nuestro almuerzo nos fuimos a la terminal de buses para viajar a un pueblo que se llama Otavalo, donde todos los sábados se realiza una enorme feria de artesanías, animales, y comidas, que abarca todo el pueblo.


Recomendaciones y datos útiles


  • Gulliver Expeditions. Tour a la Reserva del Cuyabeno 4 días/3 noches 230 dólares (se puede pagar con tarjeta de crédito agregando un 6%). Tienen además de los tours a la selva, otras excursiones. Quedamos muy conformes con la atención y con el precio. Además tienen la opción de contratar un bus privado para el tramo Quito - Lago Agrio (ida y/o vuelta), que sale desde La Mariscal y finaliza en el lugar de Lago Agrio donde las agencias de turismo recogen a los pasajeros (15 dólares por tramo). 
  • Guacamayo Lodge. Los lodges se contratan a través de diferentes agencias de turismo, o bien por cuenta propia. El lodge que se contrata no sólo incluye el alojamiento, sino también las comidas, las excursiones, los guías, y demás servicios (botas, ponchos para la lluvia, elementos para la observación de animales, entre otras cosas). Nosotros fuimos al Guacamayo y nos resultó muy bien. Si bien las habitaciones son rústicas (como estimo deben ser las de cualquier lodge de ese precio), la atención, la comida y las excursiones fueron excelentes.
  • Restaurante El Chef Ejecutivo. Dirección: Calle Flores N5 - 28, Centro Histórico, Quito. Excelente fanesca. Menúes entre 2 y 3 dólares (sopa, plato principal y jugo).



Ecuador Parte III: Otavalo, Baños Alausí y Cuenca

Otavalo es un pueblo situado a dos horas al norte de Quito (los buses de Quito a Otavalo salen desde la terminal norte, Carcelen. El pasaje costó 2 dólares). Al contrario de lo que imaginábamos, no resultó tan pequeño y quieto. 

Llegamos por la tarde, justo para el comienzo de la procesión por el Viernes Santo, que no fue de la magnitud de la de Quito, pero a juzgar por el tamaño del pueblo tuvo bastante convocatoria. Luego caminamos un poco por el centro, y cenamos el típico plato ecuatoriano que consiste en su mayoría en algún tipo de carne, arroz, menestras (frijoles, porotos, o algo similar), y un poco de ensalada. 

Otavalo nos pareció muy bonito. Muchas personas aquí conservan sus trajes típicos aborígenes y se comunican en su lengua lo que le brinda cierta autenticidad.

A la mañana siguiente fuimos a pasear por el gran mercado que se arma todos los sábados en este pueblo, y al cual concurren personas de diferentes comunidades cercanas. El movimiento comienza desde muy temprano, es mucho, y va aumentando a medida que avanza el día. Bien temprano nos fuimos a conocer el mercado de animales, donde se ve a las personas comprando o intercambiando diversos animales vivos, desde gallinas y conejos, hasta vacas, chanchos y perros. Este mercado funciona hasta el mediodía. De allí nos fuimos a la Plaza de los Ponchos, donde funciona el mercado artesanal, que se extiende también por las calles linderas. El mercado es grande, pero no me llamó la atención su tamaño. En el mismo se pueden encontrar desde artesanías típicas hasta productos industriales y cosas truchas. Hay de todo. En general, en los puestos de la plaza y los más cercanos a ésta se encuentran los objetos más artesanales. Cuanto uno más se aleja de la plaza, ya se empieza a ver cualquier cosa que no tiene nada que ver con lo artesanal. También hay varios puestos de venta de frutas y verduras, legumbres, y pequeños comedores. No fue el mejor mercado que conocí en mi vida, pero estuvo lindo. Los precios en general estaban bien, y como sucede siempre en estos lugares, todo se puede regatear.




Comer y dormir en Otavalo es aún más económico que en Quito. Los hoteles rondan los 30 dólares por habitación, y se puede almorzar o cenar por dos o tres dólares.

Luego de recorrer el mercado y antes que nos agarrara la lluvia, pegamos la vuelta para Quito. Llegamos a la tardecita, sin mucho tiempo para nada, así que cenamos y nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, partimos rumbo a Baños. 

Baños es un pueblo situado en un valle a casi 200 km de Quito, que en tiempo de viaje son aproximadamente tres horas (los buses de Quito a Baños se toman en la terminal sur, Quitumbe. El pasaje costó 4,5 dólares). La geografía de Baños es preciosa: sierras verdes y cascadas. Un paso más al este ya nos encontramos nuevamente con selva. Pese a ser pequeño, es uno de los sitios más turísticos de Ecuador. Aquí se realizan muchísimas actividades de ecoturismo, senderismo, ciclismo de montaña, como así también otros deportes extremos (rafting, escalada, saltos, canopy, entre otras cosas). También Baños se caracteriza por sus aguas termales. Ofrece diversos complejos de piscinas donde uno puede ir a tomar un baño termal. Desde allí también se puede conocer uno de los volcanes en actividad más grandes del país: el Tungurahua.

Además de su geografía el pueblo es muy bonito. Si bien es cierto que es pequeño, tiene la infraestructura de sobra para servir al turismo que llega. Se ven muchos hospedajes de distintas categorías, restaurantes y agencias de turismo.

Llegamos cerca del mediodía y luego de almorzar fuimos a visitar el mirador Bellavista. Si bien para acceder sólo hay que transitar por un sendero de un kilómetro, éste es muy empinado, con lo cual cansa bastante (y más aún si se le suma el hecho de caminar en altura). Desde el mirador se tiene una hermosa vista de Baños y las sierras que lo rodean. Vale la pena el esfuerzo. Después caminamos un poco más por el centro y cenamos en un lugar muy lindo. Como en todo los lugares que visitamos, a las diez de la noche no queda nada.

El día siguiente fue muy activo. Temprano alquilamos unas bicis (5 dólares el alquiler por día) para hacer la Ruta de las Cascadas. Esta ruta es la que une Baños con Puyo, y si bien es una ruta donde transitan autos, está habilitada también como ciclovía. El camino es de montaña y cascadas, con lo cual el paisaje es muy bello. Nosotros recorrimos 17 kilómetros de esta ruta hasta llegar a una cascada muy importante conocida como el Pailón del Diablo. Una vez allí, recorrimos a pie un sendero que lleva a unas pasarelas y un puente desde donde se puede apreciar la cascada en toda su magnitud e intensidad (1,5 dólares la entrada). Cuando terminamos el recorrido, almorzamos en uno de los tantos comedores económicos y típicos de Ecuador, y regresamos a Baños. Para la vuelta, y sabiendo que la mayoría del camino sería en subida, optamos por cargar las bicis en un camión que nos llevó al centro del pueblo. A la salida del Pailón están esperando esos camiones y cobran entre 2 y 2,5 dólares por persona. Se ve que pensar en 17 kilómetros en subida acobarda bastante a cualquiera.

Por la tarde hicimos otro de los paseos que ofrece este lugar: La Casa del Árbol (1 dólar la entrada). Aquí se llega con un bus público que sale del centro de la ciudad (1 dólar el pasaje), y en poco más de media hora se alcanza la parte alta de una montaña donde hay una casita en un árbol con dos hamacas que parece que se suspenden sobre el vacío. Como telón de fondo está el volcán Tungurahua que tuvimos la suerte de ver sin nubes y emitiendo cenizas. Es un lugar lindo para conocer, sobre todo si se tiene la suerte de ver el volcán. Además, por momentos uno queda entre las nubes y no se ve a un metro de distancia. 




A la mañana siguiente partimos hacia Riobamba donde tuvimos que hacer una conexión con otro bus que nos llevara hasta Alausí, desde donde haríamos el paseo en el tren La Nariz del Diablo. El viaje en total nos llevó entre cuatro y cinco horas, con un costo total de 5 dólares.

Riobamaba, desde la ventanilla del bus, no nos resultó para nada atractiva. Es una ciudad grande, sin mucho colorido.

El tren turístico de Ecuador tiene varias rutas diferentes. La más importante es la que une Alausí con Simbabe, conocida como la Nariz del Diablo. Según las referencias, es la ruta de tren más difícil del mundo, porque el tren asciende y desciende mucha altura en pocos kilómetros. Actualmente los trenes funcionan únicamente con fines turísticos. 

Llegamos a Alausí pasado el mediodía. A veces es bueno llegar a un lugar sin expectativas, porque el factor sorpresa puede funcionar para bien. Y eso me pasó en Alausí. Es un pueblito pequeño, colonial, colorido y precioso. Las casitas de colores con sus balcones, sus calles adoquinadas y en pendiente, y su geografía, hacen de Alausí un lugar encantador. El pueblo está enclavado entre montañas de un verde intenso, y por momentos, por la altura en la que se encuentra, queda sumergido en las nubes. Si bien algunas casas están en bastante mal estado, igual me resultó atractivo. Durante la tarde que estuvimos allí caminamos sin rumbo definido, sólo disfrutando de la belleza y tranquilidad del lugar. Visitamos la estación de tren, algunas plazas, un monumento enorme a San Pedro ubicado en una colina que sobresale del pueblo, un puente ferroviario, y me deleité fotografiando balcones.




A la mañana siguiente nos subimos al tren que nos llevaría a conocer la Nariz del Diablo. El viaje dura una hora entre ida y vuelta, con un tiempo en el medio en la estación de Simbabe para visitar un museo y tomar un refrigerio. El tren es antiguo, con amplios vagones de madera, y la ruta es de montaña y precipicio, bastante vertiginosa. El paisaje que recorre es muy bonito. Lo interesante del tren, más allá de la altura que alcanza, es que tanto para ascender como para descender lo hace en ziz zag, cambiando las vías y la dirección (ya que el tren no puede doblar). El nombre Nariz del Diablo responde a varias leyendas, pero todas coinciden en que por esa ruta, de alguna manera u otra, a las personas que la transitaban se les presentaba el diablo. Además, si uno observa la montaña por donde circula el tren, y hace un esfuerzo imaginativo enorme, se podría llegar a ver la cara de un diablo (o de Don Sata, según nos decía con miedo un taxista que conocimos en Quito).

Terminado el paseo en tren nos tomamos un bus a la ciudad de Cuenca (5 dólares), último destino de Ecuador antes de regresar a Quito. El viaje fueron unas cuatro horas bastantes movidas, porque el camino es de montaña, con muchas curvas. Se hizo un poco pesado. Llegamos a Cuenca por la tarde, y nos fuimos a recorrer un poco el centro histórico. Cuenca es una ciudad grande, y junto a Quito son las ciudades virreinales más importantes del país. La ciudad conserva muchas de sus construcciones coloniales. Es una ciudad muy linda y con mucho movimiento. En lo que nos quedaba de día pudimos conocer la Catedral Nueva, algunas otras iglesias y mercados, y caminar un poco por la Calle Larga, que bordea el río Tomebamba, el cual divide a la ciudad entre la parte moderna y la antigua.

Al día siguiente recorrimos Cuenca sin parar. La ciudad me resultó más atractiva que el día anterior. Y de hecho me pareció más linda y con más vida que Quito. Toda la zona que bordea el río Tomebamba, conocida como el Barranco, es preciosa. La parte antigua se encuentra en desnivel con el río, de ahí el nombre de Barranco. Todo el camino que bordea el Tomebamba está muy bien cuidado y es un lindo paseo para caminar o andar en bici. Visitamos otra vez la Catedral Nueva, para subir a su terraza (1 dólar la entrada) y ver Cuenca desde lo alto. Luego fuimos al Museo Municipal de Arte Moderno, ubicado en lo que fue un manicomio, cárcel y lugar de rehabilitación. El museo tiene algunas instalaciones interesantes, y otras no tanto, pero es una linda visita si se cuenta con tiempo. De allí nos fuimos para la parte nueva de la ciudad donde visitamos el Parque de la Madre y el Planetario, donde vimos un vídeo del universo y ... me quedé dormida. Después del almuerzo recorrimos la Calle Larga hasta llegar al Museo Arqueológico y Etnográfico Pumapungo. El museo está muy bien puesto, es muy explicativo, y además junto a él se pueden visitar unas ruinas arqueológicas que forman parte de un hermoso parque donde también se encuentra un refugio de aves. Tanto las ruinas como el parque están muy bien cuidados, y son un lindo paseo para realizar en la ciudad. 

Tuvimos la suerte de que por esos días Cuenca festejaba otro aniversario de su fundación, con lo cual había una lista enorme de actividades culturales. Por la tarde fuimos a una feria gastronómica en la Plaza de San Sebastián, y de allí fuimos a la Catedral Vieja a un concierto de la filarmónica de Cuenca junto a un trío de guitarras, que tocaban desde boleros hasta cumbia.






Por la noche tomamos un bus a Quito, donde llegamos bien temprano a la mañana (el viaje duró entre 8 y 9 horas, y el pasaje costó 12 dólares). Ese día lo aprovechamos para ir a conocer la famosa ciudad La Mitad del Mundo. La verdad que nos llevó más el viaje que el tiempo que estuvimos allí. Para llegar a La Mitad del Mundo se puede ir con un colectivo o con el Ecovía, en dirección norte, hasta la Terminal La Ofelia (25 centavos de dólar el pasaje). De ahí tomar otro colectivo hasta La Mitad del Mundo (40 centavos de dólar). En total es una hora y media de viaje, desde La Mariscal.

La Mitad del Mundo es una especie de parque temático, muy prolijito, con algunos museos, un planetario, y el monumento que indica donde esta trazada la línea que divide el hemisferio norte del sur (aunque en realidad, el punto exacto de la línea del Ecuador se encuentra a unos kilómetros). La entrada sencilla a La Mitad del Mundo costó 3,5 dólares. Existe otra entrada que incluye la posibilidad de visitar el planetario y el Museo de la Mitad del Mundo (con el mirador) que cuesta 7 dólares. En nuestro caso, como el museo estaba en refacciones, y ya habíamos visitado un planetario en Cuenca, optamos por la entrada sencilla que nos incluyó algunos museos interesantes. La mayor parte del predio son negocios de artesanías y lugares para comer. Si uno realiza la visita durante la semana, raramente encuentre alguna atracción extra. Por lo que nos dijeron, de haber algún espectáculo o presentación, es lo fines de semana.

Si no se cuenta con mucho tiempo en Quito, conviene aprovecharlo para visitar otras atracciones de la ciudad, antes que visitar La Mitad del Mundo, o bien hacer alguna excursión por el día. .

El poco tiempo que nos quedó, paseamos, caminamos sin un destino específico, y sin cámara de fotos. Quito es una ciudad muy bonita para recorrer y disfrutar. 



Algunas apreciaciones personales (y otras no tanto)

El transporte de larga distancia en Ecuador es bastante bueno. Si bien los buses paran en todos los pueblos, eso también hace que siempre se consiga viajar de un lugar a otro sin mucha espera, ni con el riesgo de no conseguir pasajes. Para ningún tramo fue necesario comprar pasajes con antelación, sólo es cuestión de averiguar los horarios y frecuencias, e ir a la terminal unos minutos antes del horario. En alguna ocasión nos paso que el horario indicado no se cumpliera y saliera el servicio siguiente, o que el bus saliera antes del horario previsto (por eso es recomendable estar un poco antes en la terminal. De todas maneras, a lo sumo se esperará el servicio siguiente). Los buses son en general cómodos, o por lo menos a cada pasajero le corresponde un asiento (he tenido experiencias en otros viajes en las que ésto no fue así). 

Por otro lado, el hecho de que los buses entren y paren en cada pueblito no significó una desventaja para mi, sino al contrario. Me permitió conocer y ver, aunque sea desde arriba de un bus, un poco más la realidad del interior de este país. A lo largo de los caminos, es difícil encontrar zonas despobladas. Ya sean pequeños asentamientos, pueblos, o ciudades, todo el tiempo se ve desde la ruta alguna población. También, a medida que se recorren zonas más rurales o pueblos más pequeños, se puede ver mayor presencia de aborígenes con sus trajes típicos. Es muy lindo ver también la interacción de las personas, sobre todo en los lugares más pequeños, donde todos se saludan y conocen.

En relación a los ecuatorianos, debo decir que en cada lugar donde estuvimos, ya sea grandes ciudades, pueblos, lugares más y menos turísticos, en todos ellos nos recibieron siempre muy bien, y nos trataron con mucha cordialidad y respeto. Fueron siempre amables y bien predispuestos a ayudar desinteresadamente. Me llevé la mejor de las impresiones de ellos.

El clima en esa época del año (marzo/abril) fue bastante variable. En la zona central tuvimos bastantes nubes y en general estuvo fresco, salvo en algunas ocasiones cuando salía el sol. También tuvimos lluvias, pero por suerte no nos impidieron hacer las cosas que queríamos. En varios de los días en algún momento llovía y luego paraba. Lo mismo en la selva, con la salvedad que ahí si nos acompañó el calor. Por suerte en las Galápagos no nos llovió ningún día, y ahí si el calor fue intenso.

Una de las cosas que más me llamó la atención de la geografía del lugar, sobre todo en la parte central del país, la montañosa, es que las nubes están al alcance de la mano, cuando no es que uno está dentro de las nubes, o bien por encima de ellas. Supongo que la altura debe tener mucho que ver con eso. Le da un aspecto muy particular al paisaje.



Recomendaciones y datos útiles

  • El transporte de larga distancia en Ecuador es muy económico y la frecuencia de los servicios en muy amplia. Para tener una idea, cada hora de viaje equivale a 1 dólar y monedas, aproximadamente.
Otavalo
  • Hotel Santa Fe. Dirección: Roca 734. 26 dólares la habitación doble con baño privado. Un hotel muy lindo, ubicado en pleno centro de Otavalo. Aceptan tarjeta de crédito.
Alausí
  • Trenes de Ecuador. Existen diversas rutas interesantes. Conviene reservar el boleto con anticipación. 25 dólares la excursión a la Nariz del Diablo. Incluye un refrigerio. Esta ruta tiene dos horarios por la mañana y uno por la tarde, pero conviene chequear antes si funcionan, ya que depende de la temporada.
  • Hotel Europa. Dirección: Av. 5 de Junio 175. 30 dólares la habitación doble con baño privado, sin desayuno. Es un hotel viejo en regular estado. Lo elegimos porque de todos los que averiguamos era el único que aceptaba tarjeta de crédito. Existen otras opciones por el mismo precio a lo largo de la misma avenida.
Cuenca
  • Hostal San Marcos. Dirección: Vega Muñoz 7-45. El hostal es lindo y está bien ubicado, a pocas cuadras de la plaza principal. La atención del personal es muy cálida. 42 dólares la habitación doble con baño privado, sin desayuno (aunque nos sirvieron uno de cortesía en la habitación).
  • Museo Municipal de Arte Moderno. Dirección: Sucre y Coronel Talbot. Entrada gratis.
  • Museo Pumapungo y ruinas arqueológicas. Dirección: Calle Larga y Huayna Capac. Entrada gratis.
Quito
  • Hotel Windsor. Dirección: Vicente Ramón Roca Oe - 115, La Mariscal. 60 dólares la habitación doble con desayuno. Las habitaciones son amplias y modernas, y el baño dispone de jacuzzi. La ubicación está muy bien.