Otavalo es un pueblo situado a dos horas al norte de Quito (los buses de Quito a Otavalo salen desde la terminal norte, Carcelen. El pasaje costó 2 dólares). Al contrario de lo que imaginábamos, no resultó tan pequeño y quieto.
Llegamos por la tarde, justo para el comienzo de la procesión por el Viernes Santo, que no fue de la magnitud de la de Quito, pero a juzgar por el tamaño del pueblo tuvo bastante convocatoria. Luego caminamos un poco por el centro, y cenamos el típico plato ecuatoriano que consiste en su mayoría en algún tipo de carne, arroz, menestras (frijoles, porotos, o algo similar), y un poco de ensalada.
Llegamos por la tarde, justo para el comienzo de la procesión por el Viernes Santo, que no fue de la magnitud de la de Quito, pero a juzgar por el tamaño del pueblo tuvo bastante convocatoria. Luego caminamos un poco por el centro, y cenamos el típico plato ecuatoriano que consiste en su mayoría en algún tipo de carne, arroz, menestras (frijoles, porotos, o algo similar), y un poco de ensalada.
Otavalo nos pareció muy bonito. Muchas personas aquí
conservan sus trajes típicos aborígenes y se comunican en su lengua lo que le brinda cierta autenticidad.
A la mañana siguiente fuimos a pasear por el gran mercado
que se arma todos los sábados en este pueblo, y al cual concurren personas de
diferentes comunidades cercanas. El movimiento comienza desde muy temprano, es
mucho, y va aumentando a medida que avanza el día. Bien temprano nos fuimos a
conocer el mercado de animales, donde se ve a las personas comprando o
intercambiando diversos animales vivos, desde gallinas y conejos, hasta vacas,
chanchos y perros. Este mercado funciona hasta el mediodía. De allí nos fuimos
a la Plaza de los Ponchos, donde funciona el mercado artesanal, que se extiende
también por las calles linderas. El mercado es grande, pero no me llamó la
atención su tamaño. En el mismo se pueden encontrar desde artesanías típicas
hasta productos industriales y cosas truchas. Hay de todo. En general, en los
puestos de la plaza y los más cercanos a ésta se encuentran los objetos más
artesanales. Cuanto uno más se aleja de la plaza, ya se empieza a ver cualquier cosa que no tiene nada que ver con lo artesanal. También hay
varios puestos de venta de frutas y verduras, legumbres, y pequeños comedores.
No fue el mejor mercado que conocí en mi vida, pero estuvo lindo. Los precios
en general estaban bien, y como sucede siempre en
estos lugares, todo se puede regatear.
Comer y dormir en Otavalo es aún más económico que en Quito. Los hoteles rondan los 30 dólares por habitación, y se puede almorzar o cenar por dos o tres dólares.
Comer y dormir en Otavalo es aún más económico que en Quito. Los hoteles rondan los 30 dólares por habitación, y se puede almorzar o cenar por dos o tres dólares.
Luego de recorrer el mercado y antes que nos agarrara la
lluvia, pegamos la vuelta para Quito. Llegamos a la tardecita, sin mucho tiempo
para nada, así que cenamos y nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, partimos rumbo a Baños.
Baños es un pueblo situado en un valle a casi 200 km de
Quito, que en tiempo de viaje son aproximadamente tres horas (los buses de Quito a Baños se toman en la terminal sur, Quitumbe. El pasaje costó 4,5 dólares). La geografía de Baños es preciosa: sierras verdes y cascadas. Un paso más al este ya nos encontramos nuevamente con selva. Pese a ser pequeño, es uno de
los sitios más turísticos de Ecuador. Aquí se realizan muchísimas actividades
de ecoturismo, senderismo, ciclismo de montaña, como así también otros deportes
extremos (rafting, escalada, saltos, canopy, entre otras cosas). También Baños
se caracteriza por sus aguas termales. Ofrece diversos complejos de piscinas
donde uno puede ir a tomar un baño termal. Desde allí también se puede conocer uno de los volcanes en actividad más grandes del país: el Tungurahua.
Además de su geografía el pueblo es muy bonito. Si bien es
cierto que es pequeño, tiene la infraestructura de sobra para servir al turismo
que llega. Se ven muchos hospedajes de distintas categorías, restaurantes y
agencias de turismo.
Llegamos cerca del mediodía y luego de almorzar fuimos a
visitar el mirador Bellavista. Si bien para acceder sólo hay que transitar por
un sendero de un kilómetro, éste es muy empinado, con lo cual cansa bastante (y
más aún si se le suma el hecho de caminar en altura). Desde el mirador se tiene
una hermosa vista de Baños y las sierras que lo rodean. Vale la pena el
esfuerzo. Después caminamos un poco más por el centro y cenamos en un lugar muy
lindo. Como en todo los lugares que visitamos, a las diez de la noche no queda
nada.
El día siguiente fue muy activo. Temprano alquilamos unas
bicis (5 dólares el alquiler por día) para hacer la Ruta de las Cascadas. Esta ruta es la que une Baños con
Puyo, y si bien es una ruta donde transitan autos, está habilitada también como
ciclovía. El camino es de montaña y cascadas, con lo cual el paisaje es muy bello.
Nosotros recorrimos 17 kilómetros de esta ruta hasta llegar a una cascada muy
importante conocida como el Pailón del Diablo. Una vez allí, recorrimos a pie
un sendero que lleva a unas pasarelas y un puente desde donde se puede apreciar
la cascada en toda su magnitud e intensidad (1,5 dólares la entrada). Cuando terminamos el recorrido, almorzamos en uno de los tantos comedores
económicos y típicos de Ecuador, y regresamos a Baños. Para la vuelta, y sabiendo
que la mayoría del camino sería en subida, optamos por cargar las bicis en un
camión que nos llevó al centro del pueblo. A la salida del Pailón están
esperando esos camiones y cobran entre 2 y 2,5 dólares por persona. Se ve que pensar en 17 kilómetros en subida acobarda
bastante a cualquiera.
Por la tarde hicimos otro de los paseos que ofrece este
lugar: La Casa del Árbol (1 dólar la entrada). Aquí se llega con un bus público que sale del centro
de la ciudad (1 dólar el pasaje), y en poco más de media hora se alcanza la parte alta de una
montaña donde hay una casita en un árbol con dos hamacas que parece que se
suspenden sobre el vacío. Como telón de fondo está el volcán Tungurahua que
tuvimos la suerte de ver sin nubes y emitiendo cenizas. Es un lugar lindo para
conocer, sobre todo si se tiene la suerte de ver el volcán. Además, por
momentos uno queda entre las nubes y no se ve a un metro de distancia.
A la mañana siguiente partimos hacia Riobamba donde tuvimos
que hacer una conexión con otro bus que nos llevara hasta Alausí, desde donde
haríamos el paseo en el tren La Nariz del Diablo. El viaje en total nos llevó entre cuatro y cinco horas, con un costo total de 5 dólares.
Riobamaba, desde la ventanilla del bus, no nos resultó para
nada atractiva. Es una ciudad grande, sin mucho colorido.
El tren turístico de Ecuador tiene varias rutas diferentes.
La más importante es la que une Alausí con Simbabe, conocida como la Nariz del
Diablo. Según las referencias, es la ruta de tren más difícil del mundo, porque
el tren asciende y desciende mucha altura en pocos kilómetros. Actualmente los trenes funcionan únicamente con fines turísticos.
Llegamos a Alausí pasado el mediodía. A veces es bueno
llegar a un lugar sin expectativas, porque el factor sorpresa puede funcionar
para bien. Y eso me pasó en Alausí. Es un pueblito pequeño, colonial, colorido y precioso. Las casitas de colores con sus balcones, sus calles
adoquinadas y en pendiente, y su geografía, hacen de Alausí un lugar
encantador. El pueblo está enclavado entre montañas de un verde intenso, y por
momentos, por la altura en la que se encuentra, queda sumergido en las nubes.
Si bien algunas casas están en bastante mal estado, igual me resultó atractivo. Durante la tarde que estuvimos allí caminamos sin rumbo definido, sólo disfrutando de la belleza y tranquilidad del lugar. Visitamos la estación de tren, algunas
plazas, un monumento enorme a San Pedro ubicado en una colina que sobresale del
pueblo, un puente ferroviario, y me deleité fotografiando balcones.
A la mañana siguiente nos subimos al tren que nos llevaría a
conocer la Nariz del Diablo. El viaje dura una hora entre ida y vuelta, con un tiempo en el
medio en la estación de Simbabe para visitar un museo y tomar un refrigerio. El
tren es antiguo, con amplios vagones de madera, y la ruta es de montaña y
precipicio, bastante vertiginosa. El paisaje que recorre es muy bonito. Lo
interesante del tren, más allá de la altura que alcanza, es que tanto para
ascender como para descender lo hace en ziz zag, cambiando las vías y la
dirección (ya que el tren no puede doblar). El nombre Nariz
del Diablo responde a varias leyendas, pero todas coinciden en que por esa
ruta, de alguna manera u otra, a las personas que la transitaban se les
presentaba el diablo. Además, si uno observa la montaña por donde circula el
tren, y hace un esfuerzo imaginativo enorme, se podría llegar a ver la cara de
un diablo (o de Don Sata, según nos decía con miedo un taxista que conocimos en
Quito).
Terminado el paseo en tren nos tomamos un bus a la ciudad de
Cuenca (5 dólares), último destino de Ecuador antes de regresar a Quito. El viaje fueron
unas cuatro horas bastantes movidas, porque el camino es de montaña, con muchas
curvas. Se hizo un poco pesado. Llegamos a Cuenca por la tarde, y nos fuimos a
recorrer un poco el centro histórico. Cuenca es una ciudad grande, y junto a Quito son las ciudades virreinales más
importantes del país. La ciudad conserva muchas de sus construcciones
coloniales. Es una ciudad muy linda y con mucho movimiento. En lo que nos
quedaba de día pudimos conocer la Catedral Nueva, algunas otras
iglesias y mercados, y caminar un poco por la Calle Larga, que bordea el río Tomebamba, el cual divide a la ciudad entre la parte moderna y la antigua.
Al día siguiente recorrimos Cuenca sin parar. La ciudad me
resultó más atractiva que el día anterior. Y de hecho me pareció más linda y
con más vida que Quito. Toda la zona que bordea el río Tomebamba, conocida como
el Barranco, es preciosa. La parte antigua se encuentra en desnivel con el río,
de ahí el nombre de Barranco. Todo el camino que bordea el Tomebamba está muy
bien cuidado y es un lindo paseo para caminar o andar en bici. Visitamos otra
vez la Catedral Nueva, para subir a su terraza (1 dólar la entrada) y ver Cuenca desde lo alto.
Luego fuimos al Museo Municipal de Arte Moderno, ubicado en lo que fue un
manicomio, cárcel y lugar de rehabilitación. El museo tiene algunas
instalaciones interesantes, y otras no tanto, pero es una linda visita si se
cuenta con tiempo. De allí nos fuimos para la parte nueva de la ciudad donde
visitamos el Parque de la Madre y el Planetario, donde vimos un vídeo del
universo y ... me quedé dormida. Después del almuerzo recorrimos la Calle
Larga hasta llegar al Museo Arqueológico y Etnográfico Pumapungo. El museo está muy bien puesto, es muy explicativo, y además junto a él
se pueden visitar unas ruinas arqueológicas que forman parte de un hermoso
parque donde también se encuentra un refugio de aves. Tanto las ruinas como el
parque están muy bien cuidados, y son un lindo paseo para realizar en la ciudad.
Tuvimos la suerte de que por esos días Cuenca festejaba otro
aniversario de su fundación, con lo cual había una lista enorme de actividades
culturales. Por la tarde fuimos a una feria gastronómica en la Plaza de San
Sebastián, y de allí fuimos a la Catedral Vieja a un concierto de la
filarmónica de Cuenca junto a un trío de guitarras, que tocaban desde boleros
hasta cumbia.
Por la noche tomamos un bus a Quito, donde llegamos bien
temprano a la mañana (el viaje duró entre 8 y 9 horas, y el pasaje costó 12 dólares). Ese día lo aprovechamos para ir a conocer la
famosa ciudad La Mitad del Mundo. La verdad que nos llevó más el viaje que el
tiempo que estuvimos allí. Para llegar a La Mitad del Mundo se puede ir con un colectivo o con el Ecovía, en dirección norte, hasta la Terminal La Ofelia (25 centavos de dólar el pasaje). De ahí tomar otro colectivo hasta La Mitad del Mundo (40 centavos de dólar). En total es una hora y media de viaje, desde La Mariscal.
La Mitad del Mundo es una especie de parque
temático, muy prolijito, con algunos museos, un planetario, y el monumento que
indica donde esta trazada la línea que divide el hemisferio norte del sur (aunque
en realidad, el punto exacto de la línea del Ecuador se encuentra a unos
kilómetros). La entrada sencilla a La Mitad del Mundo costó 3,5 dólares. Existe otra entrada que incluye la posibilidad de visitar el planetario y el Museo de la Mitad del Mundo (con el mirador) que cuesta 7 dólares. En nuestro caso, como el museo estaba en refacciones, y ya habíamos visitado un planetario en Cuenca, optamos por la entrada sencilla que nos incluyó algunos museos interesantes. La mayor parte del predio son negocios de artesanías y lugares para comer. Si uno realiza la visita durante la semana, raramente encuentre alguna atracción extra. Por lo que nos dijeron, de haber algún espectáculo o presentación, es lo fines de semana.
Si no se cuenta con mucho tiempo en Quito, conviene aprovecharlo para visitar otras atracciones de la ciudad, antes que visitar La Mitad del Mundo, o bien hacer alguna
excursión por el día. .
El poco tiempo que nos quedó, paseamos, caminamos sin un
destino específico, y sin cámara de fotos. Quito es una ciudad muy bonita para
recorrer y disfrutar.
Algunas apreciaciones personales (y otras no tanto)
El transporte de larga distancia en Ecuador es bastante bueno. Si bien los
buses paran en todos los pueblos, eso también hace que siempre se consiga
viajar de un lugar a otro sin mucha espera, ni con el riesgo de no conseguir
pasajes. Para ningún tramo fue necesario comprar pasajes con antelación, sólo
es cuestión de averiguar los horarios y frecuencias, e ir a la terminal unos
minutos antes del horario. En alguna ocasión nos paso que el horario indicado no
se cumpliera y saliera el servicio siguiente, o que el bus saliera antes del
horario previsto (por eso es recomendable estar un poco antes en la terminal.
De todas maneras, a lo sumo se esperará el servicio siguiente). Los buses son
en general cómodos, o por lo menos a cada pasajero le corresponde un asiento
(he tenido experiencias en otros viajes en las que ésto no fue así).
Por otro lado, el hecho de que los buses entren y paren en
cada pueblito no significó una desventaja para mi, sino al contrario. Me
permitió conocer y ver, aunque sea desde arriba de un bus, un poco más la
realidad del interior de este país. A lo largo de los caminos, es difícil
encontrar zonas despobladas. Ya sean pequeños asentamientos, pueblos, o
ciudades, todo el tiempo se ve desde la ruta alguna población. También, a medida que se
recorren zonas más rurales o pueblos más pequeños, se puede ver mayor presencia
de aborígenes con sus trajes típicos. Es muy lindo ver también la interacción
de las personas, sobre todo en los lugares más pequeños, donde todos se saludan
y conocen.
En relación a los ecuatorianos, debo decir que en cada lugar
donde estuvimos, ya sea grandes ciudades, pueblos, lugares más y menos
turísticos, en todos ellos nos recibieron siempre muy bien, y nos trataron con mucha
cordialidad y respeto. Fueron siempre amables y bien predispuestos a ayudar
desinteresadamente. Me llevé la mejor de las impresiones de ellos.
El clima en esa época del año (marzo/abril) fue bastante variable. En la
zona central tuvimos bastantes nubes y en general estuvo fresco, salvo en
algunas ocasiones cuando salía el sol. También tuvimos lluvias, pero por
suerte no nos impidieron hacer las cosas que queríamos. En varios de los días
en algún momento llovía y luego paraba. Lo mismo en la selva, con la salvedad
que ahí si nos acompañó el calor. Por suerte en las Galápagos no nos llovió
ningún día, y ahí si el calor fue intenso.
Una de las cosas que más me llamó la atención de la
geografía del lugar, sobre todo en la parte central del país, la montañosa, es
que las nubes están al alcance de la mano, cuando no es que uno está dentro de
las nubes, o bien por encima de ellas. Supongo que la altura debe tener mucho
que ver con eso. Le da un aspecto muy particular al paisaje.
Recomendaciones y datos útiles
- El transporte de larga distancia en Ecuador es muy económico y la frecuencia de los servicios en muy amplia. Para tener una idea, cada hora de viaje equivale a 1 dólar y monedas, aproximadamente.
Otavalo
- Hotel Santa Fe. Dirección: Roca 734. 26 dólares la habitación doble con baño privado. Un hotel muy lindo, ubicado en pleno centro de Otavalo. Aceptan tarjeta de crédito.
Alausí
- Trenes de Ecuador. Existen diversas rutas interesantes. Conviene reservar el boleto con anticipación. 25 dólares la excursión a la Nariz del Diablo. Incluye un refrigerio. Esta ruta tiene dos horarios por la mañana y uno por la tarde, pero conviene chequear antes si funcionan, ya que depende de la temporada.
- Hotel Europa. Dirección: Av. 5 de Junio 175. 30 dólares la habitación doble con baño privado, sin desayuno. Es un hotel viejo en regular estado. Lo elegimos porque de todos los que averiguamos era el único que aceptaba tarjeta de crédito. Existen otras opciones por el mismo precio a lo largo de la misma avenida.
Cuenca
- Hostal San Marcos. Dirección: Vega Muñoz 7-45. El hostal es lindo y está bien ubicado, a pocas cuadras de la plaza principal. La atención del personal es muy cálida. 42 dólares la habitación doble con baño privado, sin desayuno (aunque nos sirvieron uno de cortesía en la habitación).
- Museo Municipal de Arte Moderno. Dirección: Sucre y Coronel Talbot. Entrada gratis.
- Museo Pumapungo y ruinas arqueológicas. Dirección: Calle Larga y Huayna Capac. Entrada gratis.
Quito
- Hotel Windsor. Dirección: Vicente Ramón Roca Oe - 115, La Mariscal. 60 dólares la habitación doble con desayuno. Las habitaciones son amplias y modernas, y el baño dispone de jacuzzi. La ubicación está muy bien.
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