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domingo, 8 de septiembre de 2013

Mes favorites I


La elección es subjetiva, lo sé. Pero qué elección no lo es. Cuando después de los largos días de paseo me sentaba un momento en la cama de algún hostel (o con un poco más de suerte de algún hotel), a repasar el día en imágenes, estas por algún motivo me emocionaron o me robaron una sonrisa. Entonces, más allá del valor estético que seguramente les encuentro, hay un valor un poco más profundo. Son imágenes que no me canso de mirar, y sólo basta que aparezcan para que mi memoria reviva otro montón de imágenes, sensaciones y emociones. Hay y habrá muchas más fotografías seguramente, pero estas no podían quedar afuera de esta primera entrega.
Espero que las disfruten.




Firenze, Italia. Cuna de las bellas artes, y de la magnificencia de una época donde florecieron algunas de las personalidades más grandes de la historia. El Ponte Vecchio adorna un río que en cualquier otra parte del mundo podría pasar desapercibido. Pero no en esta ciudad donde se respira genialidad y belleza en casi todos sus rincones. Ahora, si se logra obviar el hecho de que se está pisando el mismo suelo que el David de Miguel Ángel, podemos perdernos y encontrarnos con alguno de los típicos recovecos italianos, que nos esperan como queriendo jugar a las escondidas. Aquí uno de ellos.




En Roma es imposible huir de la millonada de turistas que pueblan sus calles. Pero la popularísima Piazza Navona me ofreció, paradójicamente, un respiro. Tal vez la actitud distendida de los artistas que hacen suya la plaza logra que uno se aparte de la vorágine romana. Sin dudas una de las plazas más lindas que conocí.




Estaba claro que uno de los objetivos de la visita a París era incorporar a nuestro cuerpo y alma todo lo posible en materia de gastronomía. Mi hermana tenía prolijamente anotado en su libretita, como quien anota una prescripción médica, cada lugar y cada bocado a probar. La patisserie Fauchon fue de visita obligada, y su torta ópera la vedette de la ocasión. Pese a que la vidriera ofrecía una gran variedad de productos más que atractivos, ella era la elegida. Así que una vez que estuvo prolijamente servida en su bandejita dorada, con los cubiertos al tono, nos dispusimos a disfrutar del manjar, rodeadas de sandwiches envasados en estuches plásticos con cierres herméticos.




Durante varios días pasamos por la Torre Eiffel con el objetivo de subir, pero siempre la fila de turistas nos hacía cambiar de dirección y dejar la visita para otro momento. En París nos acompañó bastante la lluvia. Pero parece que también la suerte. Así que, el día en que ya no teníamos más opción que subir, el clima se puso maravilloso, y la fila fue lo suficientemente lenta y lo suficientemente rápida como para poder ascender a pleno sol y contemplar el atardecer desde las alturas de la torre. Cuando por fin bajamos, los colores eran dignos de una pintura de Pop Art.




Quien ha tenido la suerte de conocer Brujas, sabrá, sin lugar a dudas, que la ciudad está sacada de algún cuento de hadas. No me hubiese sorprendido ver algún duende, o alguna casita de chocolate a la espera de Hansel y Gretel. Cuando vi esta foto sentí que la ciudad quedaba perfectamente reflejada.




Phnom Penh, Camboya. Una ciudad muy pobre y con una historia de muchísimo sufrimiento, pero también una ciudad donde se encuentran las sonrisas más lindas que conocí. Estar en ese lugar me produjo una conmoción muy grande, por su historia, pero también porque aprendí que la alegría puede sanar hasta el más profundo dolor. Los camboyanos con sus sonrisas me enseñaron eso.




Nunca había visto una monja (femenino de monje). De hecho no sabía de su existencia. Bueno, ella es una.




El calor era agobiante. Salíamos de los Campos de la Muerte de Choueng Ek, en Phnom Penh. La visita a ese lugar había sido realmente terrible. Las cosas vistas y escuchadas me habían estremecido durante todo el recorrido. Luego, nuestro tuk tuk driver nos llevó a una pagoda un tanto escondida. Nos dijo que ya habíamos visto mucho dolor, y que sería bueno alegrar el alma. Y ahí estaban estas dos niñas camboyanas, con sus enormes sonrisas. Les pedí si podía sacarles una foto y las dos posaron alegremente. Después me pidieron verla, y al irnos de la pagoda, nos saludaban desde la bicicleta.




En Guatemala fue la primera vez que me encontré con una estética totalmente diferente a la que estaba acostumbrada a ver. Antigua Guatemala, pese a ser la ciudad más importante del país junto a Guatemala City, aún conserva las tradiciones aborígenes, sus trajes típicos y sus colores. Eso sí, la gente no gusta demasiado de ser fotografiada, así que uno corre la suerte de paparazzi, o en su defecto, de dador de propinas por la foto tomada.




San Juan fue un viaje muy especial desde lo emocional. Viajamos con mi hermana. Desde San Juan capital fuimos unos días a conocer un pueblo entre la cordillera y la pre cordillera, llamado Barreal. No estaba en nuestros planes iniciales, y de hecho estuvimos por no ir. Y la verdad hubiese sido una pena. Barreal es un lugar de una paz inexplicable, y su paisaje es hermoso. Minutos después de sacar esta foto, con mi hermana vimos tantas estrellas fugaces que se nos acabaron los deseos.




El Malecom de La Habana. Mi lugar preferido en el mundo, tal vez. Ese día fue el primero que lo vi. Bajaba por la avenida del hotel Habana Libre, y me sorprendió de golpe la inmensidad de ese mar azul. Fue amor a primera vista. Mi boca le quedaba chica a mi sonrisa. El aire, el mar, la música, la historia, la gente que camina y se moja cada vez que alguna ola rompe contra su muralla... Todo hace que ese lugar sea maravilloso.



Calor, calor, humedad, olores, más calor, más olores. La ropa que no da abasto. Bangkok es una ciudad que no permite relajarse. Pero también ofrece vistas inigualables, como la del Wat Arun, al otro lado del río. Desentona absolutamente. Y me gustan las cosas que desentonan.




Y la contradictoria Bangkok ofrece la locura de la ciudad, y la espiritualidad de sus templos, con sus niños y sus monjes salidos de alguna leyenda, o traídos desde el pasado. Esta imagen me pareció muy tierna. Entramos al templo con la idea de acaparar alguno de los ventiladores de pie que siempre hay al interior de los mismos para aliviar tanto calor, y nos encontramos con un grupo de niños cuasi hipnotizados por lo que les contaba el monje. Me senté un rato sólo para absorber un poco de ternura entre tanto caos cosmopolita. Me hubiese gustado entender de que hablaba el buen señor, aunque prefiero fantasear con algún cuento de super héroes ninjas vestidos de naranja furioso.




Nunca me había pasado de llegar a un lugar y no saber con certeza si iba a poder cruzar la calle. Hanoi me hizo pensar en un primer momento que mi estadía se limitaría a las cuatro cuadras de la manzana donde se ubicaba el Hotel Marriotte. Por suerte la necesidad desarrolla el talento, y como para alimentarnos había que si o si cruzar alguna calle, no hubo más opción. Después de unas horas, ya me sentía una transeúnte habitué. Hanoi debe ser sin dudas una de las ciudades más caóticas y desprolijas que conocí en mi vida. El estímulo de imágenes y sonidos puede resultar hostil. O fascinante, como fue en mi caso. Hanoi me recibió con su anti esteticismo maravilloso, con su gente hermosa, con un festejo de Año Nuevo, del año de la Serpiente, y con sus millones de vietnamitas augurando buenos deseos.




En Hanoi nada se detiene nunca. NUNCA. Los negocios parecieran no cerrar, y los recepcionistas de los hoteles no dormir. Tal vez esta foto me trae a la retina ese movimiento constante.



Recién llegados a Hanoi teníamos que hacer tiempo para ver el famosísimo espectáculo de marionetas acuáticas, que más tarde comprobaríamos que era un engaño dirigido a turistas europeos en busca de cosas bizarras. Mientras esperábamos ansiosos que se hiciera la hora de la función, recorrimos el lago Hoan Kiem, ubicado en el centro de la ciudad. El lago estaba rodeado de vietnamitas dignos de ser fotografiados. Y particularmente los niños parecen estar preparados desde su nacimiento para ese fin. Estas nenas hermosas estaban jugando con su mamá y yo sentía que me gritaban “¡sacanos una foto!”.




Este fue el primer día del Año Nuevo Chino. Era feriado, y salíamos de la casa de Tuan, un vietnamita que nos había invitado a almorzar con su familia. Fue uno de los días más especiales que me tocó vivir en un viaje. Son esas ocasiones en las que uno siente que está en el lugar justo en el momento exacto. Las padogas vietnamitas se poblaron de gente para recibir el nuevo año con rezos, encendido de velas y sahumerios. Pocas veces vi una acumulación de gente tan grande. Creo que sólo la supera alguna escena vista en Ho Chi Minh, en ese mismo país.



El Delta del Mekong, el río más importante de Asia. Cuando estoy en tierra firme tengo alguna noción de territorialidad, de saber donde estoy parada. Esa noción me es absolutamente ajena cuando estoy en el agua. Es una sensación entre vertiginosa y placentera, la de no saber donde estoy. Me gusta mucho esa sensación.




Y si, voy a caer en un cliché, pero Venecia es realmente una de las ciudades más románticas que he conocido. Es inevitable no fotografiar a los gondolieri con sus camisetas rayadas y sus gorritos tan simpáticos. Es como la foto en Disney con el Pato Donald. Pero más allá de sus clichés Venecia es un lugar realmente hermoso. Y aunque seguramente la vi mil veces en imágenes antes de conocerla, igual me impactó todo el temita del agua y los canales.




The Sepakers Corner en Londres es el fino borde entre la multicultiralidad y la locura. No se sabe donde termina una y empieza la otra. Es asombrante y divertido. Cada cual va con su banquito a predicar, a una persona, a dos, a veinte o a nadie. Eso sí, con la caballerosidad que caracteriza a los londinenses, todo transcurre en buenos términos. Tibio tibio.

sábado, 6 de julio de 2013

Algunos tips a la hora de armar un viaje




Soy de las que piensan que viajar no es sólo cuestión de tiempo y dinero. Si bien ambas variables son indispensables, también es cierto que se a veces con poco, se puede hacer mucho. Y eso, ante todo, es un tema organizativo.



Para aprovechar de la mejor manera el tiempo y el dinero del que uno dispone, hay que pensar, en primer lugar, que planificar un viaje no es un tema de un minuto para el otro, ni siquiera de un mes para otro. Cuando los recursos son escasos, lo central es pensar y planificar con mucho tiempo, yo recomiendo como mínimo 6 meses. Si se quiere más mejor. De esa manera se pueden conseguir buenas tarifas de aéreos, alojamientos, traslados internos, entre otras cosas, y comenzar a pagar con tiempo. Siempre es bueno también, tener alguna tarjeta amiga que nos de la chance de poder pagar en cuotas.

De más está decir que hay que dedicar tiempo y tener ganas de planificar, pensar, buscar precios, y todo lo que implica la organización de un viaje. Tiene que ser un disfrute. A mi me encanta. Yo empiezo a viajar desde que decido el destino.

Para agrupar aquellas cosas que deben tenerse en cuenta para la organización de un viaje pensé una regla mnemotécnica, y se me ocurrió utilizar tres letras a las cuales a su vez le corresponden tres palabras:

P: pasaporte, pasajes, plata

I: información, itinerario, idiomas

V: vacunas, visados, valija


(Otra reglita: para acordarse de las letras se puede pensar en la palabra VIP. Y quien dice, tal vez si la repetimos varias veces, tenemos suerte y nos pasan a primera clase!).

Las tres P

Es importante, fundamental, no excluyente, asegurarse de tener el pasaporte en condiciones para viajar. Hay algunos países, por ejemplo en Europa, que exigen que el pasaporte tenga una validez mayor a seis meses al momento de arribar a ese destino.

En cuanto a los pasajes, una vez que se consiguió una buena tarifa (ya sea por cuenta de uno o a través de alguna agencia amiga), es importante chequear que estos estén correctamente emitidos a través del sitio web de la aerolínea. Por más que actualmente se utilice el sistema de boleto electrónico, es recomendable llevarlo impreso, y chequear las veces que sea necesario (para obsesivos como yo) las fechas y horarios de salida de los vuelos. También, para aquellos que quieran agilizar los trámites en el aeropuerto y asegurarse una buena ubicación en la aeronave, hacer el web check in y por supuesto imprimirlo también.

Por último, en cuanto a la plata, tratar de llevar efectivo en la moneda correspondiente al lugar de destino. Siempre es conveniente tener algo de cambio chico a mano, para cuando uno recién llega y tiene que pagar algún traslado, o alguna compra. Si la moneda del destino al cual se viaja no se consigue en el país de origen, llevar una moneda de uso internacional y cambiar algo en el aeropuerto de arribo. Conviene tener claro el tipo de cambio, para evitar ser estafado o no estar dos horas frente a la ventanilla de haciendo cuentas. Para los más tecnológicos, muchos celulares tienen funciones que nos facilitan esas cosas.

Las tres I

El aprovechamiento al máximo del tiempo va a depender de la información con la que uno cuente y del itinerario que uno arme. El segundo es consecuencia de la primera. Excepto que uno decida pasar sus vacaciones en una playa, acostado en la misma reposera, para cualquier otra situación es conveniente ir informado.

La información práctica no sólo incluye las atracciones turísticas y actividades para hacer en un determinado lugar, sino también las posibilidades que existen para manejarse de manera independiente, y poder también de esa manera economizar gastos y optimizar el tiempo. En la actualidad se cuenta con miles de fuentes de información: desde las guías para viajeros como la Lonely Planet (esta es la que yo recomiendo, se consigue en muchas librerías), hasta los foros de viajeros (www.lonelyplanet.com, www.viajeros.com), o diversos blogs. Información hay por todos lados y al alcance de la mano. Sólo es cuestión de sentarse en una computadora y navegar. Las embajadas, o casas de provincia, en algunos casos también proveen información turística que puede ser útil.

Por otro lado, más allá de la información práctica, estoy convencida que el conocimiento de la historia de los lugares que uno visita va a influir positivamente en la riqueza del viaje. Y esa información no va en detrimento del factor sorpresa. Nada más alejado. Conocer la historia de los lugares lo conecta a uno con cuestiones más profundas, y contribuye positivamente a la vinculación con la gente del lugar. Si uno no va con algún back up, o sabe sólo lo superficial del lugar que va a visitar, se pierde de entender muchísimas cosas de la cotidianeidad, de la gente, de los comportamientos, de las costumbres. Desconocer que pasó en ese lugar, cual es su historia, cuales fueron sus sufrimientos y alegrías, obstruye la posibilidad de la empatía y la comprensión. Y muchas veces, en ciertos destinos, eso es parte fundamental de la vivencia del viaje.

En cuanto al itinerario, uno puede armarlo para un recorrido amplio, que puede abarcar varias ciudades o países, o hacerlo para una misma ciudad con el fin de aprovechar mejor el tiempo de estadía. Para el primer caso, conviene estudiar que posibles transportes conectan las ciudades que uno quiere visitar, y que tramos conviene hacer de día o de noche. Esto no quiere decir que se tengan que sacar todos los pasajes con anticipación, porque sino se perdería mucha flexibilidad, pero sí tener conocimiento de las posibilidades y tener alguna idea armada de la ruta. A veces, cuando se tiene poco tiempo en una ciudad, la ruta aérea que siempre es más rápida, para tramos de pocas horas puede ser un obstáculo, porque los aeropuertos en la mayoría de los casos necesitan de tiempo extra hasta que uno efectivamente llega a instalarse en el destino, con lo cual se puede perder casi un día. Y en una corta estadía, significa mucho. Siempre que uno va a realizar un vuelo, tiene que pensar en sumar como mínimo 4 horas más al tiempo efectivo de viaje. Hay varios sitios de Internet que brindan información sobre transporte, como ser www.seat61.com (este sitio es muy recomendable ya que brinda información de todos los medios de transporte a nivel mundial), www.skyscanner.net, www.es.lastminute.com, www.despegar.com, o bien las aerolíneas y empresas de buses y trenes de cada destino particular.

En el caso de los recorridos en las ciudades, recomiendo tener una imagen mental del mapa de la ciudad, saber donde se encuentran las atracciones por las que se debería por lo menos pasar, y ubicar otros lugares que queden cerca de esos puntos principales, para armar pequeños recorridos. Aquí también es importante saber los días y horarios en que dichas atracciones funcionan. Si uno es muy organizado, ya se puede ir con algún mapa marcado (las guías de viajeros suelen venir con mapas incluidos).

Para información acerca de alojamientos recomiendo utilizar www.booking.com (donde se pueden leer comentarios y buscar el alojamiento que más se adecue a las necesidades y posibilidades de cada uno, y además reservar en muchos casos sin costo alguno por la reserva y/o su cancelación). También existen otros sitios de información y reservas más enfocados a los alojamientos más económicos como ser www.hostelbookers.com y www.hostelworld.com.

Por último el idioma. No pienso que uno tenga que saber hablar y entender el idioma del lugar al que va a viajar, pero sí saber con lo que se va a encontrar para no entrar en pánico. Además, es importante llevar algunas palabras o direcciones anotadas en caso de necesitar alguna ayuda (por ejemplo, si uno es alérgico a alguna comida, se puede llevar esa apalabra anotada para no correr ningún riesgo a la hora de comer algo).

Las tres V

Muchos países requieren visas para el ingreso a los mismos. Esta información se puede conseguir en las embajadas y consulados, o bien en los foros de viajeros (aunque para asegurarse que esté actualizada, recomiendo la primera opción. Tal vez los foros ayudan con algunos tips que siempre es conveniente tener en cuenta, por lo cual no está de más leerlos). Algunas visas se pueden tramitar en el país de residencia de uno, y otras se tramitan en los puestos fronterizos de los países que se visitan. En el segundo caso es importante conocer bien que documentación va a ser necesaria para dicho trámite (formularios, fotos, etc.), y el costo monetario del mismo, como así también la moneda en la que se debe abonar. En muchos países los puestos fronterizos son una oportunidad única para la estafa al turista, por eso es importante ir bien informado.

Respecto de las vacunas, hay que saber siexiste alguna exigencia para el ingreso al país de destino, como así también si hay alguna recomendación para evitar el contagio de alguna enfermedad endémica de ese lugar. Los centros de medicina del viajero brindan toda esa información. Si uno cuenta con alguna prepaga puede utilizarla para tal fin. Dentro de los centros privados, Stamboulian es el más conocido en la materia. Y en el ámbito público, el Hopsital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires cuenta con un excelente servicio de medicina del viajero (Uspallata 2272 - CABA. Teléfono: 011 43042386). En dichos centros, también se puede solicitar asesoramiento para el armado del botiquín. Siguiendo con la cuestión sanitaria, nunca está de más contratar un seguro médico. Algunos destinos lo exigen (como ser Europa). Para aquellos que cuenten con tarjetas de crédito Gold o Platinum, muchas veces dicha asistencia es sin costo (sólo hay que averiguar cual es la cobertura en destino). Y para los que no, los seguros médicos no implican un gasto imposible de afrontar.

Por último, la valija. Me es difícil escribir al respecto porque hasta el día de hoy no aprendí a medirme, no con lo que llevo, sino con lo que traigo de vuelta. Pero bueno... Es fundamental conocer las temperaturas y condiciones ambientales con las que uno se va a encontrar para saber que prendas llevar. También las cuestiones culturales inciden en la vestimenta que uno elija (por ejemplo, en países con una incidencia muy fuerte de la religión se recomienda vestir con recato). El armado de la valija es muy personal, pero si algo tengo que recomendar es que siempre es conveniente viajar liviano. Es mejor llevar de menos que llevar de más. Y si uno sabe que en el destino va a tener la posibilidad de realizar alguna compra, llevar menos aún (este sigue siendo mi talón de Aquiles). En cuanto a los transportes, sobre todo el aéreo, es muy importante asesorarse sobre el pesaje permitido y la cantidad de bultos (tanto lo que se despacha, como lo que se lleva en la cabina), para evitar pagar exceso de equipaje, o hacer papelones en los aeropuertos. Con ingresar el número de boleto en los sitios web de las empresas, se cuenta con esta información.

martes, 23 de abril de 2013

Nostalgias de La Habana


Atención! En primer lugar prender los parlantes y poner play...







Malecón de La Habana
Cuba fue mi primer destino internacional planificado por mi, sin mi familia. Viajé en Enero de 2009, cuando se cumplía el 50 aniversario de la Revolución. En ese momento no me dedicaba a escribir mis experiencias durante el viaje. No estaban tan de moda las netbooks, tablets y demás artefactos. A veces me da un poco de tristeza no haber plasmado en palabras las sensaciones, lugares y experiencias vividas en ese viaje "en tiempo real", porque realmente para mi Cuba fue una bisagra.

De todas maneras, más allá del día a día, las anécdotas y recomendaciones que uno escribe en un diario, desde que me dedico a escribir sobre mis viajes, siempre sentí la necesidad de escribir acerca de Cuba. Y ahora, con la excusa del blog, siento que puedo, y debo hacerlo.


Lo bueno es que de Cuba no se me olvidó nada, ni un detalle. La tengo grabada en la retina y en el corazón.

Hay algo de Cuba, y más precisamente de La Habana que me cuesta poner en palabras. Es una sensación en el cuerpo. Para mi La Habana no pasa desapercibida, no es indiferente, no da lo mismo. Se la odia o se la ama. Y  yo opté por lo segundo.

La Habana es contradictoriamente hermosa. Se respira un aire de resistencia, mezclada con bronca, lealtad, libertad y encierro. Una de las sensaciones más placenteras de mi viaje fue sentarme en ese malecón bello e imponente a mirar el mar. La primera vez que vi esa imagen quede absolutamente embelesada. En una ocasión una cubana se me acercó y me dijo algo así: “acá en La Habana un fin de semana tenemos dinero para comer una pizza. Tal vez al otro fin de semana sólo nos alcanza para tomar un helado en Copelia. Y tal vez al siguiente sólo podamos venir al malecón y sentarnos a contemplar. Y con eso es suficiente para ser felices”.

Y realmente, si uno puede abstraerse (o no) de todas las contradicciones en ese lugar maravilloso, se siente felicidad. Para mí, La Habana es de esos lugares a los que uno siempre sueña con volver, aunque todavía no se haya ido. Es como sentirse alojado, como en casa. 

Seguramente muchos pensaran en los pobres cubanos que piden jabón (a mi la verdad que no me pasó), o que piden dinero, o que piden salir. Y no niego que eso exista. Cuba es un país que vive bloqueado literalmente, y que resiste.  Pero mi intención acá no es presentar una postura política, ni discutir sobre que realidad es mejor o peor. Sino intentar transmitir lo que sentí en esa isla. Para mi fue como llenar los pulmones de aire puro.

En Cuba conocí muchos lugares: La entrañable Habana, Santa Clara y el mausoleo del Che, la maravillosa Santiago de Cuba, la colonial y super turística Trinidad, Cienfuegos, Girón, y las hermosas playas de Cayo Santa María y Varadero. El recorrido por el país fue alucinante, no hay lugar que no haya disfrutado a pleno. Pero La Habana me tomó por completo.

Cuba es la mezcla perfecta de ciudades maravillosas, paisajes paradisíacos, y gente extraordinaria. Escuchar a los cubanos, a los que están a favor y a los que están en contra del régimen, es tarea obligada. Y verlos divertirse, tocar su música y bailar, es sinceramente imperdible.

Todo, Bucanero de por medio.




Ya yendo a los datos prácticos, en cuanto a las opciones de alojamiento, Cuba tiene la particularidad de moverse en dos extremos: o los grandes hoteles, o las casas de familia. No hay muchas posibilidades intermedias. Obviamente yo opté y recomiendo la estadía en casas de familia. De más está decir que no cuentan con las grandes comodidades de un mega hotel, pero en general están muy bien. Y la experiencia de compartir, aunque sea como turista, el mismo techo con una familia cubana es realmente excepcional. Más aún si uno está dispuesto a interactuar con ellos, a conversar, preguntar y compartir momentos.

Cuando estuve en La Habana conocí a una familia maravillosa, Anita, Vitico y Yani, en cuya casa nos hospedamos, y a cada persona que sé que va a viajar les sugiero que se comuniquen con ellos. Además de que la casa es muy linda y está muy bien ubicada, ellos son los que hacen que la estadía sea única.

En lo que a itinerario respecta, el que voy a presentar lo hice con un grupo de amigos, así que más allá de que es ajustado, es posible. Es un recorrido para tener un pantallazo general de la isla, y que queden muchas ganas de volver.

Llegamos a La Habana donde permanecimos tres noches. Nuestra casa estaba en el barrio de El Vedado, que es un barrio residencial, muy lindo y tranquilo. Si uno quiere evitar toparse con la invasión turística es una excelente opción ya que no se encuentra lejos de las mayores atracciones, pero lo suficientemente alejado del quilombo.  Durante estos días en La Habana recorrimos el Museo de la Revolución, la Plaza de la Revolución y Monumento a José Martí (en dicha plaza es donde está el famoso edificio con la cara gigante del Che, donde es recomendable  ir antes de que anochezca para ver como se ilumina),  y los barrios de El Vedado, Centro Habana, Miramar y la Habana Vieja. En esta última conocimos la Bodeguita del Medio (donde Hemingway tomaba sus mojitos), el Floridita (donde Hemingway tomaba sus daiquiris), la Plaza de Armas y la vieja Catedral. La Habana Vieja es el lugar más turístico de la ciudad. Estando en La Habana también nos dimos el gusto de conocer las playas del Este, donde uno puede arribar contratando un taxi. Son muy bonitas.

Y finalmente debo decir que, más allá de todas las atracciones, lo más hermoso que tiene esta ciudad es su malecón. Sentarse allí en cualquier momento del día a contemplar el mar y la ciudad, y respirar ese aire, es único. Y obviamente que con una Bucanero en la mano, todo se ve aún mejor.




A la mañana partimos para Santa Clara donde llegamos al medio día. En nuestro caso particular alquilamos una combi porque éramos muchos, pero la agencia de micros de larga distancia -Vía Azul- cubre ese recorrido. Santa Clara es de visita obligada por su valor histórico y porque allí se encuentra el Mausoleo del Che. Pero a mi criterio, no es una ciudad tan bella como para quedarse a disfrutarla (y menos si uno cuenta con poco tiempo). Así que como nuestro plan era seguir viaje por la noche hacia Santiago de Cuba, dejamos los bolsos en la terminal y recorrimos el Mausoleo del Che, el tren Blindado y el centro de la ciudad.

Esa misma noche tomamos un micro rumbo a Santiago, donde llegamos a la mañana siguiente. Estuvimos dos o tres noches, y si no hubiese sido por la falta de tiempo, realmente me hubiese quedado más. Santiago es una ciudad alucinante, cuna de la Revolución cubana. Pero creo que una de las mayores fascinaciones en relación a esta ciudad fue porque  ahí realmente sentí el espíritu musical auténticamente cubano. El son, la trova y la salsa sonaban en cada bar y fiesta a la que fuéramos. Mis mejores noches en Cuba fueron en Santiago.

En lo que a atracciones turísticas respecta, allí conocimos el cuartel Moncada, el cementerio de la Santa Ifigenia con la tumba de José Martí, Compay Segundo y otros, La casa de la Trova, la Granjita Sinoney y playa Siboney, éstas dos últimas un tanto alejadas del centro de la ciudad, aunque es sencillo negociar algún transporte. Y sino se puede ir en camión (así se denomina al transporte público en esa ciudad). 

En Santiago recomiendo alojarse en la casa de Lourdes. Una casa muy bonita con una terraza preciosa con una vista increíble de la ciudad. Y la anfitriona muy amable y siempre con buenas recomendaciones.

Después de la recorrida por Santiago, partimos hacia Trinidad, donde llegamos también por la mañana. Hay que tener la precaución de tomar el micro correcto. A veces en Cuba no está mal preguntar más de una vez. Nosotros nos equivocamos y terminamos en la terminal de Sancti Spiritus, donde tuvimos que conseguir un taxi que nos llevara a Trinidad. Por suerte en Cuba eso es sencillo. Siempre hay algún local dispuesto a llevarlo a uno a destino.

En Trinidad estuvimos dos noches. Trinidad es una ciudad muy linda, Patrimonio de la Humanidad.  Así que lo que tiene de linda, lo tiene de turística. Permanentemente uno es interceptado por cubanos que ofrecen de todo y piden otro tanto. Pero pese a esto, creo que es una ciudad digna de conocer. Además, Trinidad cuenta con Playa Ancón, que es sinceramente una belleza. Así qué uno puede huir un poco del acoso al turista y disfrutar de una hermosa playa bañada por el Mar Caribe.

En cuanto al alojamiento, prácticamente cada casa alquila habitaciones para turistas, y todas manejan los mismos precios. Así qué sólo es cuestión de preguntar un poquito.

De Trinidad partimos hacia Cienfuegos, donde estuvimos otras dos o tres noches. Cienfuegos es una ciudad linda y no tan turística como las otras que visitamos. Tiene una hermosa costanera y mucha movida nocturna (donde predomina el reggaeton). Lo que más me gusto del paso por Cienfuegos fue que desde allí alquilamos una estanciera manejada por un cubano llamado Pipo, y visitamos la ciudad de Girón y su museo (que cuenta la historia del desembarco en la Bahía de Cochinos). De allí Pipo nos llevó a un lugar llamado Caleta Buena, donde había una especie de "all inclusive" a precio para cubanos, con piletas naturales formadas en el mar. Un lugar alucinante. Volvimos con unos cuantos tragos encima, y con Pipo cantando al compás de "Un montón de estrellas", del guajiro Polo Montañez. Lo escribo y se me dibuja una sonrisa.

En Cienfuegos nos alojamos en la casa de Reinier y Mariana, donde cocinan los mejores "chicharritos" de Cuba.

Existe la opción de visitar Girón y sus alrededores también desde Trinidad, si no se quiere pasar por Cienfuegos, y bajar un poco el ritmo. 

De Cienfuegos contratamos una combi nuevamente y viajamos a los Cayos (específicamente Cayo Santa María, el cual queda cerca de Cayo Coco y Cayo Guillermo). Tengo entendido que,  por lo menos desde Trinidad, hay micros de Vía Azul que llegan hasta la localidad de Ciego de Ávila, que sería la entrada a estos cayos, y que desde allí se puede contratar un taxi para los aproximadamente 100 km. restantes. De los Cayos que puedo decir... Es realmente el paraíso.

Del cayo volvimos nuevamente a La Habana (a casa...) donde estuvimos unos tres días más, creo. Conocí la feria artesanal de la Habana Vieja, y la tribuna anti imperialista. Y por supuesto cargué nuevamente mis pulmones con aire del malecón. También contrate una excursión a Varadero, lugar famoso por sus playas. Realmente no valió la pena, y encima el día no acompañó. Después de conocer los cayos, Varadero no se sí tiene mucho sentido, salvo por el hecho de conocer otro lugar.

Y después de haber recorrido esta isla maravillosa,  con mucha nostalgia me despedí de La Habana. Con la promesa y el deseo que aún mantengo de volver algún día.




(aunque hayan terminado de leer, les recomiendo seguir escuchando el compilado cubano mientras realizan otros quehaceres, es una belleza!)


Recomendaciones


·        Cuba maneja dos monedas: el peso cubano y el CUC (peso cubano convertible), esta última más destinada al turista. Obviamente la diferencia entre una y otra moneda es bastante grande. Manejarse sólo con pesos cubanos es prácticamente imposible para el turista, aunque siempre se puede conseguir alguna que otra cosa con esta moneda y ahorrarse un poco de dinero (sobre todo comidas en puestos callejeros, productos en algún agro mercado, y algún que otro transporte público). Para el cambio de moneda, al menos cuando yo viajé, convenía llevar euros y no dólares estadounidenses. Usar la tarjeta de crédito para el alojamiento y los gastos diarios, si uno no va a manejarse en el circuito más turístico es imposible.

·        Alojarse en casas de familia. Yo por supuesto recomiendo la casa de Anita en La Habana, la casa de Lourdes en Santiago de Cuba, y la casa de Reinier y Mariana en Cienfuegos. Para todas ellas pueden contactar a mi amigo Víctor (fallingnow@terra.com). Víctor es el hijo de Anita, pero tiene los contactos de las otras casas.

·        Si uno se aloja en casas de familia, muchas veces ofrecen la posibilidad de desayunar, almorzar o cenar allí. Vale la pena. Por poco dinero se puede comer una rica comida casera cubana. Todos salen ganando!

·        Para viajar largas distancias es recomendable usar los micros de la empresa Vía Azul. Recomiendo llevar abrigo para el viaje (al menos en los que yo viajé el aire acondicionado era muy fuerte).

·        Para viajar cortas distancias se puede negociar el precio de algún auto con los lugareños. Y en ciudades grandes se puede utilizar el transporte público. Se viaja un poco apretado.

·        En Cuba cuando se espera el transporte, o cambiar dinero en una CADECA (casa de cambio), o lo que sea que acumule gente que espere lo mismo, raramente se forma una fila. La técnica es llegar al cúmulo de gente y decir la palabra mágica "último?”. Seguramente un cubano se señalará a sí mismo, y uno ya sabrá quien le antecede.

·           Para los que como yo son amantes del baile, la Casa de la Trova en Santiago de Cuba es un lugar más que recomendable para esos fines.

·        Y lo principal, interactuar con la gente. Es maravilloso todo lo que uno puede encontrar y aprender hablando con los cubanos.





miércoles, 20 de marzo de 2013

Londres en tres días






Después de más de 12 hs. de vuelo llegamos a Londres alrededor de las 6 de la mañana. Del aeropuerto nos tomamos el tube (subte) y en poco más de una hora ya estábamos en el hostel. El cambio de temperatura nos mató. Del calor agobiante del Sudeste Asiático pasamos al frío intenso de Londres. Frío en serio. 

El funcionamiento del primer mundo me fascina. Uno sale del aeropuerto compra un pase de transporte con la tarjeta de crédito, y en un toque está en el lugar al que quiere llegar sin ninguna complicación en el medio.

Nuestro hostel (acá tuvimos que bajar el copete e ir a una habitación compartida con 10 personas) está ubicado en un barrio que se llama Camden Town, donde hay muchísima movida, de día, y sobre todo de noche. También se caracteriza por su mercado, donde según dicen se puede encontrar todo tipo de cosas. 



Dejamos la cosas en el hostel, nos tomamos un bus y nos fuimos a conocer los alrededores de la Torre de Londres. Conocimos el famoso puente de la Torre (una de las imágenes más conocidas de esta ciudad) y caminamos por los alrededores hasta llegar al Sheakspeare Globe, el teatro donde se exhibían las obras de Sheakspeare. 


Y de ahí seguimos al Tate Modern, el museo de arte moderno. Londres es caro caro. Las entrada a los lugares turísticos no bajan de los 15 £ (multipliquen por 14!!!). Así que la mayoría de los lugares los vimos desde la puerta. Por suerte para nosotros las entradas a los museos son gratis, así que eso si lo aprovechamos. El Tate Modern me gustó muchísimo. Hay obras desde Picasso hasta instalaciones de arte moderno y fotografía. Además el museo está construido en lo que era una usina, lo cual le da una estética muy particular. Y como da al río, tiene una de las vistas más bellas de la ciudad. 

Del Tate Modern cruzamos el puente para el otro lado del Támesis y nos fuimos a visitar la catedral de San Pablo. Y de ahí, como teníamos algo de tiempo nos tomamos el tube y nos fuimos a conocer la famosísima Abbey Road. 

A la noche obviamente, y pese al terrible cansancio que teníamos y al frío, nos fuimos a tomar unas cervezas a un típico pub londinense.


Londres en realmente una ciudad maravillosa. Es hermosa, todo funciona bien, los londinenses son súper amables, siempre están bien dispuestos a ayudarte. Cuando venía en el tube con las valijas llenas de compras asiáticas, algunos me ofrecían ayudarme a llevarlas. Siempre que preguntamos algo la gente se toma su tiempo para explicarte las cosas y asegurarse de que uno las haya entendido. La verdad que uno se siente muy bien acá. Y encima te aceptan tarjeta de crédito para comprar hasta un caramelo! Fabuloso. Creo que ya entra entre mis ciudades preferidas del mundo. Lo único que nos mata es que es carísima. Por suerte, como en todas las ciudades europeas, en los supermercados se puede encontrar de todo y a precios económicos, así que hambre no pasamos.





A la mañana siguiente nos fuimos a visitar la zona del Palacio de Buckingham, el parlamento con su imponente Big Ben, la Abadía de Westminster y el London Eye (la vuelta al mundo inmensa que esta a orillas del Támesis). 

Todo todo hermoso. Caminamos por esa zona que esta rodeada de parques y lagos, y por momentos uno hasta se olvida del frío de tan bello que es todo. El palacio sólo puede verse desde afuera. Entramos a la Abadía (pagando 18 £ la entrada...). En ese lugar se realizaron casi todas las coronaciones de los reyes y reinas de Inglaterra, así como también se celebraron bodas y funerales de la realeza (entre ellos el de Lady Di). También hay muchas tumbas de personajes de la realeza y personalidades destacadas, como por ejemplo Sheakspeare. La abadía es hermosa, los tallados que tiene el techo son increíbles.

Después de visitar esa zona de la ciudad nos fuimos para Notting Hill, para visitar el barrio y el famoso Portobello Market. Me encantó. Notting Hill es un barrio de casitas bajas, de colores, y en el mercado de Portobello uno puede encontrar ropa nueva y usada, antigüedades, puestos de comida y otros objetos. Por suerte también encontramos un supermercado que vendía todo a 1 £, así que comimos alguna cosita. El frío que pasamos no lo puedo explicar. En un momento tenía los pies y las piernas congeladas. No tuvimos más remedio que morir en un Starbucks para recuperar un poco la temperatura corporal. 




Después ya anocheciendo, nos tomamos un colectivo de dos pisos (me encantan!!!) y nos volvimos para el hostel. Obviamente a la noche volvimos a pasar por algún pub. Acá la noche termina muy temprano, así que poco después de medianoche ya estábamos de regreso.

Cada hora que transcurre en Londres la ciudad me parece más y más hermosa. 

Al día siguiente, nos fuimos a conocer la Speaker Corner, que es una esquina ubicada en un parque muy hermoso que se llama Hyde Park. Esta esquina se caracteriza porque desde hace muchos años, las personas van a predicar sus ideas políticas, religiosas, étnicas, y el público se pone a escucharlos y a debatir con ellos. Por ejemplo, va un musulmán y se para en un banquito y se pone a gritar su prédica para atraer público. Acto seguido llega un católico y se para en una silla a metros del musulmán y se pone a gritar su prédica. Luego llega otro disfrazado de policía a despotricar contra el abuso de poder. La gente se va juntando, escucha, discute con los predicadores y así transcurre el día. Muy interesante. 

Del Speaker Corner nos fuimos a una tienda a ver las liquidaciones y a terminar de reventar la tarjeta, y después de eso nos vinimos para el barrio del hostel a recorrer el Camden Market. Es alucinante. Las calles se llenan de gente que recorre los puestos de ropa y comida, los negocios son rarísimos, se puede encontrar desde souvenirs hasta ropa gótica, punk, disfraces. La variedad y multiculturalidad londinense es impresionante. Uno va a un pub y puede encontrar un tipo vestido de oficina, un punk, otro disfrazado de diablo, un rastafari... Y todos conviviendo en armonía. 



Me imagino que Londres también debe tener cosas malas. Yo no las encontré. El último día, antes de partir hacia el aeropuerto, dimos una última vuelta por la zona de Picadilly Circus. El día estaba hermoso, y la ciudad ni hablar. Vuelvo seguro!




Recomendaciones

  • Del aeropuerto de Heathrow la línea azul llega al centro de la ciudad, Picadilly Circus. El transporte es caro, así que conviene analizar bien que tipo de pase sacar. Existe la posibilidad del pase diario, o bien la tarjeta Oyster. Todo depende del tiempo que uno permanezca en al ciudad y los viajes que se estime hacer (dependiendo de donde uno se aloja). En las estaciones de metro los empleados dan buena información.
  • Tomar los colectivos de dos pisos en lugar del tube si uno no está apurado. Es una linda forma de conocer la ciudad, y el boleto es más económico.
  • Hostel St. Cristopher´s Inn (Camden Town). Dirección: 48 - 50 Camden High Street, Camden Town. www.st-christophers.co.uk/london-hostelsPara los precios que se manejan en Londres, está bastante bien. Las habitaciones si bien se comparten con mucha gente, son amplias y los baños están muy bien. Es limpio y está ubicada en una zona con muchísima movida nocturna.
  • Para los viajeros con bajo presupuesto sentarse a comer en algún lugar puede resultar caro. Por suerte la mayoría de tiendas y supermercados cuentan con comidas elaboradas, las cuales están buenísimas y a buen precio (por ejemplo Marck & Spencer).