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martes, 23 de abril de 2013

Nostalgias de La Habana


Atención! En primer lugar prender los parlantes y poner play...







Malecón de La Habana
Cuba fue mi primer destino internacional planificado por mi, sin mi familia. Viajé en Enero de 2009, cuando se cumplía el 50 aniversario de la Revolución. En ese momento no me dedicaba a escribir mis experiencias durante el viaje. No estaban tan de moda las netbooks, tablets y demás artefactos. A veces me da un poco de tristeza no haber plasmado en palabras las sensaciones, lugares y experiencias vividas en ese viaje "en tiempo real", porque realmente para mi Cuba fue una bisagra.

De todas maneras, más allá del día a día, las anécdotas y recomendaciones que uno escribe en un diario, desde que me dedico a escribir sobre mis viajes, siempre sentí la necesidad de escribir acerca de Cuba. Y ahora, con la excusa del blog, siento que puedo, y debo hacerlo.


Lo bueno es que de Cuba no se me olvidó nada, ni un detalle. La tengo grabada en la retina y en el corazón.

Hay algo de Cuba, y más precisamente de La Habana que me cuesta poner en palabras. Es una sensación en el cuerpo. Para mi La Habana no pasa desapercibida, no es indiferente, no da lo mismo. Se la odia o se la ama. Y  yo opté por lo segundo.

La Habana es contradictoriamente hermosa. Se respira un aire de resistencia, mezclada con bronca, lealtad, libertad y encierro. Una de las sensaciones más placenteras de mi viaje fue sentarme en ese malecón bello e imponente a mirar el mar. La primera vez que vi esa imagen quede absolutamente embelesada. En una ocasión una cubana se me acercó y me dijo algo así: “acá en La Habana un fin de semana tenemos dinero para comer una pizza. Tal vez al otro fin de semana sólo nos alcanza para tomar un helado en Copelia. Y tal vez al siguiente sólo podamos venir al malecón y sentarnos a contemplar. Y con eso es suficiente para ser felices”.

Y realmente, si uno puede abstraerse (o no) de todas las contradicciones en ese lugar maravilloso, se siente felicidad. Para mí, La Habana es de esos lugares a los que uno siempre sueña con volver, aunque todavía no se haya ido. Es como sentirse alojado, como en casa. 

Seguramente muchos pensaran en los pobres cubanos que piden jabón (a mi la verdad que no me pasó), o que piden dinero, o que piden salir. Y no niego que eso exista. Cuba es un país que vive bloqueado literalmente, y que resiste.  Pero mi intención acá no es presentar una postura política, ni discutir sobre que realidad es mejor o peor. Sino intentar transmitir lo que sentí en esa isla. Para mi fue como llenar los pulmones de aire puro.

En Cuba conocí muchos lugares: La entrañable Habana, Santa Clara y el mausoleo del Che, la maravillosa Santiago de Cuba, la colonial y super turística Trinidad, Cienfuegos, Girón, y las hermosas playas de Cayo Santa María y Varadero. El recorrido por el país fue alucinante, no hay lugar que no haya disfrutado a pleno. Pero La Habana me tomó por completo.

Cuba es la mezcla perfecta de ciudades maravillosas, paisajes paradisíacos, y gente extraordinaria. Escuchar a los cubanos, a los que están a favor y a los que están en contra del régimen, es tarea obligada. Y verlos divertirse, tocar su música y bailar, es sinceramente imperdible.

Todo, Bucanero de por medio.




Ya yendo a los datos prácticos, en cuanto a las opciones de alojamiento, Cuba tiene la particularidad de moverse en dos extremos: o los grandes hoteles, o las casas de familia. No hay muchas posibilidades intermedias. Obviamente yo opté y recomiendo la estadía en casas de familia. De más está decir que no cuentan con las grandes comodidades de un mega hotel, pero en general están muy bien. Y la experiencia de compartir, aunque sea como turista, el mismo techo con una familia cubana es realmente excepcional. Más aún si uno está dispuesto a interactuar con ellos, a conversar, preguntar y compartir momentos.

Cuando estuve en La Habana conocí a una familia maravillosa, Anita, Vitico y Yani, en cuya casa nos hospedamos, y a cada persona que sé que va a viajar les sugiero que se comuniquen con ellos. Además de que la casa es muy linda y está muy bien ubicada, ellos son los que hacen que la estadía sea única.

En lo que a itinerario respecta, el que voy a presentar lo hice con un grupo de amigos, así que más allá de que es ajustado, es posible. Es un recorrido para tener un pantallazo general de la isla, y que queden muchas ganas de volver.

Llegamos a La Habana donde permanecimos tres noches. Nuestra casa estaba en el barrio de El Vedado, que es un barrio residencial, muy lindo y tranquilo. Si uno quiere evitar toparse con la invasión turística es una excelente opción ya que no se encuentra lejos de las mayores atracciones, pero lo suficientemente alejado del quilombo.  Durante estos días en La Habana recorrimos el Museo de la Revolución, la Plaza de la Revolución y Monumento a José Martí (en dicha plaza es donde está el famoso edificio con la cara gigante del Che, donde es recomendable  ir antes de que anochezca para ver como se ilumina),  y los barrios de El Vedado, Centro Habana, Miramar y la Habana Vieja. En esta última conocimos la Bodeguita del Medio (donde Hemingway tomaba sus mojitos), el Floridita (donde Hemingway tomaba sus daiquiris), la Plaza de Armas y la vieja Catedral. La Habana Vieja es el lugar más turístico de la ciudad. Estando en La Habana también nos dimos el gusto de conocer las playas del Este, donde uno puede arribar contratando un taxi. Son muy bonitas.

Y finalmente debo decir que, más allá de todas las atracciones, lo más hermoso que tiene esta ciudad es su malecón. Sentarse allí en cualquier momento del día a contemplar el mar y la ciudad, y respirar ese aire, es único. Y obviamente que con una Bucanero en la mano, todo se ve aún mejor.




A la mañana partimos para Santa Clara donde llegamos al medio día. En nuestro caso particular alquilamos una combi porque éramos muchos, pero la agencia de micros de larga distancia -Vía Azul- cubre ese recorrido. Santa Clara es de visita obligada por su valor histórico y porque allí se encuentra el Mausoleo del Che. Pero a mi criterio, no es una ciudad tan bella como para quedarse a disfrutarla (y menos si uno cuenta con poco tiempo). Así que como nuestro plan era seguir viaje por la noche hacia Santiago de Cuba, dejamos los bolsos en la terminal y recorrimos el Mausoleo del Che, el tren Blindado y el centro de la ciudad.

Esa misma noche tomamos un micro rumbo a Santiago, donde llegamos a la mañana siguiente. Estuvimos dos o tres noches, y si no hubiese sido por la falta de tiempo, realmente me hubiese quedado más. Santiago es una ciudad alucinante, cuna de la Revolución cubana. Pero creo que una de las mayores fascinaciones en relación a esta ciudad fue porque  ahí realmente sentí el espíritu musical auténticamente cubano. El son, la trova y la salsa sonaban en cada bar y fiesta a la que fuéramos. Mis mejores noches en Cuba fueron en Santiago.

En lo que a atracciones turísticas respecta, allí conocimos el cuartel Moncada, el cementerio de la Santa Ifigenia con la tumba de José Martí, Compay Segundo y otros, La casa de la Trova, la Granjita Sinoney y playa Siboney, éstas dos últimas un tanto alejadas del centro de la ciudad, aunque es sencillo negociar algún transporte. Y sino se puede ir en camión (así se denomina al transporte público en esa ciudad). 

En Santiago recomiendo alojarse en la casa de Lourdes. Una casa muy bonita con una terraza preciosa con una vista increíble de la ciudad. Y la anfitriona muy amable y siempre con buenas recomendaciones.

Después de la recorrida por Santiago, partimos hacia Trinidad, donde llegamos también por la mañana. Hay que tener la precaución de tomar el micro correcto. A veces en Cuba no está mal preguntar más de una vez. Nosotros nos equivocamos y terminamos en la terminal de Sancti Spiritus, donde tuvimos que conseguir un taxi que nos llevara a Trinidad. Por suerte en Cuba eso es sencillo. Siempre hay algún local dispuesto a llevarlo a uno a destino.

En Trinidad estuvimos dos noches. Trinidad es una ciudad muy linda, Patrimonio de la Humanidad.  Así que lo que tiene de linda, lo tiene de turística. Permanentemente uno es interceptado por cubanos que ofrecen de todo y piden otro tanto. Pero pese a esto, creo que es una ciudad digna de conocer. Además, Trinidad cuenta con Playa Ancón, que es sinceramente una belleza. Así qué uno puede huir un poco del acoso al turista y disfrutar de una hermosa playa bañada por el Mar Caribe.

En cuanto al alojamiento, prácticamente cada casa alquila habitaciones para turistas, y todas manejan los mismos precios. Así qué sólo es cuestión de preguntar un poquito.

De Trinidad partimos hacia Cienfuegos, donde estuvimos otras dos o tres noches. Cienfuegos es una ciudad linda y no tan turística como las otras que visitamos. Tiene una hermosa costanera y mucha movida nocturna (donde predomina el reggaeton). Lo que más me gusto del paso por Cienfuegos fue que desde allí alquilamos una estanciera manejada por un cubano llamado Pipo, y visitamos la ciudad de Girón y su museo (que cuenta la historia del desembarco en la Bahía de Cochinos). De allí Pipo nos llevó a un lugar llamado Caleta Buena, donde había una especie de "all inclusive" a precio para cubanos, con piletas naturales formadas en el mar. Un lugar alucinante. Volvimos con unos cuantos tragos encima, y con Pipo cantando al compás de "Un montón de estrellas", del guajiro Polo Montañez. Lo escribo y se me dibuja una sonrisa.

En Cienfuegos nos alojamos en la casa de Reinier y Mariana, donde cocinan los mejores "chicharritos" de Cuba.

Existe la opción de visitar Girón y sus alrededores también desde Trinidad, si no se quiere pasar por Cienfuegos, y bajar un poco el ritmo. 

De Cienfuegos contratamos una combi nuevamente y viajamos a los Cayos (específicamente Cayo Santa María, el cual queda cerca de Cayo Coco y Cayo Guillermo). Tengo entendido que,  por lo menos desde Trinidad, hay micros de Vía Azul que llegan hasta la localidad de Ciego de Ávila, que sería la entrada a estos cayos, y que desde allí se puede contratar un taxi para los aproximadamente 100 km. restantes. De los Cayos que puedo decir... Es realmente el paraíso.

Del cayo volvimos nuevamente a La Habana (a casa...) donde estuvimos unos tres días más, creo. Conocí la feria artesanal de la Habana Vieja, y la tribuna anti imperialista. Y por supuesto cargué nuevamente mis pulmones con aire del malecón. También contrate una excursión a Varadero, lugar famoso por sus playas. Realmente no valió la pena, y encima el día no acompañó. Después de conocer los cayos, Varadero no se sí tiene mucho sentido, salvo por el hecho de conocer otro lugar.

Y después de haber recorrido esta isla maravillosa,  con mucha nostalgia me despedí de La Habana. Con la promesa y el deseo que aún mantengo de volver algún día.




(aunque hayan terminado de leer, les recomiendo seguir escuchando el compilado cubano mientras realizan otros quehaceres, es una belleza!)


Recomendaciones


·        Cuba maneja dos monedas: el peso cubano y el CUC (peso cubano convertible), esta última más destinada al turista. Obviamente la diferencia entre una y otra moneda es bastante grande. Manejarse sólo con pesos cubanos es prácticamente imposible para el turista, aunque siempre se puede conseguir alguna que otra cosa con esta moneda y ahorrarse un poco de dinero (sobre todo comidas en puestos callejeros, productos en algún agro mercado, y algún que otro transporte público). Para el cambio de moneda, al menos cuando yo viajé, convenía llevar euros y no dólares estadounidenses. Usar la tarjeta de crédito para el alojamiento y los gastos diarios, si uno no va a manejarse en el circuito más turístico es imposible.

·        Alojarse en casas de familia. Yo por supuesto recomiendo la casa de Anita en La Habana, la casa de Lourdes en Santiago de Cuba, y la casa de Reinier y Mariana en Cienfuegos. Para todas ellas pueden contactar a mi amigo Víctor (fallingnow@terra.com). Víctor es el hijo de Anita, pero tiene los contactos de las otras casas.

·        Si uno se aloja en casas de familia, muchas veces ofrecen la posibilidad de desayunar, almorzar o cenar allí. Vale la pena. Por poco dinero se puede comer una rica comida casera cubana. Todos salen ganando!

·        Para viajar largas distancias es recomendable usar los micros de la empresa Vía Azul. Recomiendo llevar abrigo para el viaje (al menos en los que yo viajé el aire acondicionado era muy fuerte).

·        Para viajar cortas distancias se puede negociar el precio de algún auto con los lugareños. Y en ciudades grandes se puede utilizar el transporte público. Se viaja un poco apretado.

·        En Cuba cuando se espera el transporte, o cambiar dinero en una CADECA (casa de cambio), o lo que sea que acumule gente que espere lo mismo, raramente se forma una fila. La técnica es llegar al cúmulo de gente y decir la palabra mágica "último?”. Seguramente un cubano se señalará a sí mismo, y uno ya sabrá quien le antecede.

·           Para los que como yo son amantes del baile, la Casa de la Trova en Santiago de Cuba es un lugar más que recomendable para esos fines.

·        Y lo principal, interactuar con la gente. Es maravilloso todo lo que uno puede encontrar y aprender hablando con los cubanos.