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miércoles, 20 de marzo de 2013

Londres en tres días






Después de más de 12 hs. de vuelo llegamos a Londres alrededor de las 6 de la mañana. Del aeropuerto nos tomamos el tube (subte) y en poco más de una hora ya estábamos en el hostel. El cambio de temperatura nos mató. Del calor agobiante del Sudeste Asiático pasamos al frío intenso de Londres. Frío en serio. 

El funcionamiento del primer mundo me fascina. Uno sale del aeropuerto compra un pase de transporte con la tarjeta de crédito, y en un toque está en el lugar al que quiere llegar sin ninguna complicación en el medio.

Nuestro hostel (acá tuvimos que bajar el copete e ir a una habitación compartida con 10 personas) está ubicado en un barrio que se llama Camden Town, donde hay muchísima movida, de día, y sobre todo de noche. También se caracteriza por su mercado, donde según dicen se puede encontrar todo tipo de cosas. 



Dejamos la cosas en el hostel, nos tomamos un bus y nos fuimos a conocer los alrededores de la Torre de Londres. Conocimos el famoso puente de la Torre (una de las imágenes más conocidas de esta ciudad) y caminamos por los alrededores hasta llegar al Sheakspeare Globe, el teatro donde se exhibían las obras de Sheakspeare. 


Y de ahí seguimos al Tate Modern, el museo de arte moderno. Londres es caro caro. Las entrada a los lugares turísticos no bajan de los 15 £ (multipliquen por 14!!!). Así que la mayoría de los lugares los vimos desde la puerta. Por suerte para nosotros las entradas a los museos son gratis, así que eso si lo aprovechamos. El Tate Modern me gustó muchísimo. Hay obras desde Picasso hasta instalaciones de arte moderno y fotografía. Además el museo está construido en lo que era una usina, lo cual le da una estética muy particular. Y como da al río, tiene una de las vistas más bellas de la ciudad. 

Del Tate Modern cruzamos el puente para el otro lado del Támesis y nos fuimos a visitar la catedral de San Pablo. Y de ahí, como teníamos algo de tiempo nos tomamos el tube y nos fuimos a conocer la famosísima Abbey Road. 

A la noche obviamente, y pese al terrible cansancio que teníamos y al frío, nos fuimos a tomar unas cervezas a un típico pub londinense.


Londres en realmente una ciudad maravillosa. Es hermosa, todo funciona bien, los londinenses son súper amables, siempre están bien dispuestos a ayudarte. Cuando venía en el tube con las valijas llenas de compras asiáticas, algunos me ofrecían ayudarme a llevarlas. Siempre que preguntamos algo la gente se toma su tiempo para explicarte las cosas y asegurarse de que uno las haya entendido. La verdad que uno se siente muy bien acá. Y encima te aceptan tarjeta de crédito para comprar hasta un caramelo! Fabuloso. Creo que ya entra entre mis ciudades preferidas del mundo. Lo único que nos mata es que es carísima. Por suerte, como en todas las ciudades europeas, en los supermercados se puede encontrar de todo y a precios económicos, así que hambre no pasamos.





A la mañana siguiente nos fuimos a visitar la zona del Palacio de Buckingham, el parlamento con su imponente Big Ben, la Abadía de Westminster y el London Eye (la vuelta al mundo inmensa que esta a orillas del Támesis). 

Todo todo hermoso. Caminamos por esa zona que esta rodeada de parques y lagos, y por momentos uno hasta se olvida del frío de tan bello que es todo. El palacio sólo puede verse desde afuera. Entramos a la Abadía (pagando 18 £ la entrada...). En ese lugar se realizaron casi todas las coronaciones de los reyes y reinas de Inglaterra, así como también se celebraron bodas y funerales de la realeza (entre ellos el de Lady Di). También hay muchas tumbas de personajes de la realeza y personalidades destacadas, como por ejemplo Sheakspeare. La abadía es hermosa, los tallados que tiene el techo son increíbles.

Después de visitar esa zona de la ciudad nos fuimos para Notting Hill, para visitar el barrio y el famoso Portobello Market. Me encantó. Notting Hill es un barrio de casitas bajas, de colores, y en el mercado de Portobello uno puede encontrar ropa nueva y usada, antigüedades, puestos de comida y otros objetos. Por suerte también encontramos un supermercado que vendía todo a 1 £, así que comimos alguna cosita. El frío que pasamos no lo puedo explicar. En un momento tenía los pies y las piernas congeladas. No tuvimos más remedio que morir en un Starbucks para recuperar un poco la temperatura corporal. 




Después ya anocheciendo, nos tomamos un colectivo de dos pisos (me encantan!!!) y nos volvimos para el hostel. Obviamente a la noche volvimos a pasar por algún pub. Acá la noche termina muy temprano, así que poco después de medianoche ya estábamos de regreso.

Cada hora que transcurre en Londres la ciudad me parece más y más hermosa. 

Al día siguiente, nos fuimos a conocer la Speaker Corner, que es una esquina ubicada en un parque muy hermoso que se llama Hyde Park. Esta esquina se caracteriza porque desde hace muchos años, las personas van a predicar sus ideas políticas, religiosas, étnicas, y el público se pone a escucharlos y a debatir con ellos. Por ejemplo, va un musulmán y se para en un banquito y se pone a gritar su prédica para atraer público. Acto seguido llega un católico y se para en una silla a metros del musulmán y se pone a gritar su prédica. Luego llega otro disfrazado de policía a despotricar contra el abuso de poder. La gente se va juntando, escucha, discute con los predicadores y así transcurre el día. Muy interesante. 

Del Speaker Corner nos fuimos a una tienda a ver las liquidaciones y a terminar de reventar la tarjeta, y después de eso nos vinimos para el barrio del hostel a recorrer el Camden Market. Es alucinante. Las calles se llenan de gente que recorre los puestos de ropa y comida, los negocios son rarísimos, se puede encontrar desde souvenirs hasta ropa gótica, punk, disfraces. La variedad y multiculturalidad londinense es impresionante. Uno va a un pub y puede encontrar un tipo vestido de oficina, un punk, otro disfrazado de diablo, un rastafari... Y todos conviviendo en armonía. 



Me imagino que Londres también debe tener cosas malas. Yo no las encontré. El último día, antes de partir hacia el aeropuerto, dimos una última vuelta por la zona de Picadilly Circus. El día estaba hermoso, y la ciudad ni hablar. Vuelvo seguro!




Recomendaciones

  • Del aeropuerto de Heathrow la línea azul llega al centro de la ciudad, Picadilly Circus. El transporte es caro, así que conviene analizar bien que tipo de pase sacar. Existe la posibilidad del pase diario, o bien la tarjeta Oyster. Todo depende del tiempo que uno permanezca en al ciudad y los viajes que se estime hacer (dependiendo de donde uno se aloja). En las estaciones de metro los empleados dan buena información.
  • Tomar los colectivos de dos pisos en lugar del tube si uno no está apurado. Es una linda forma de conocer la ciudad, y el boleto es más económico.
  • Hostel St. Cristopher´s Inn (Camden Town). Dirección: 48 - 50 Camden High Street, Camden Town. www.st-christophers.co.uk/london-hostelsPara los precios que se manejan en Londres, está bastante bien. Las habitaciones si bien se comparten con mucha gente, son amplias y los baños están muy bien. Es limpio y está ubicada en una zona con muchísima movida nocturna.
  • Para los viajeros con bajo presupuesto sentarse a comer en algún lugar puede resultar caro. Por suerte la mayoría de tiendas y supermercados cuentan con comidas elaboradas, las cuales están buenísimas y a buen precio (por ejemplo Marck & Spencer). 





Playas Tailandesas: Koh Phi Phi y Phuket





De Siem Reap viajamos nuevamente a Bangkok, pero sólo de pasada porque nuestro destino final eran las playas del mar de Andamán. El cruce de frontera Camboya-Tailandia fue bastante pesadito. Nosotros compramos un paquete para que nos llevaran directo a Bangkok, pero como todo acá es al estilo “lo atamos con alambre”, nos dejaron en la frontera diciéndonos que después de migraciones “alguien nos estaría esperando”. A todo esto nuestro único pasaje era un sticker rojo pegado en la remera. Así que después de la hora y monedas de cola en migraciones con 50 grados a la sombra y todo el exceso de equipaje, rogamos que efectivamente alguien nos estuviese esperando. Y por suerte así fue. Era una combi miniatura que en poco más de 4 horas de viaje nos dejó en Bangkok. En definitiva uno siempre llega a destino.

Al día siguiente, de Bangkok tomamos un micro nocturno, que no podíamos creer que tuviese todas las comodidades de un micro. Llegamos a la localidad costera de Krabi por la mañana y de ahí tomamos un barco rumbo a Koh Phi Phi Don.


Rumbo a Koh Phi Phi Ley
Koh Phi Phi, o Phi Phi a secas, es una de las joyitas de Tailandia. Fue una de las islas más afectadas por el tsumani del 2004. Toda la isla quedó destrozada y casi el 50% de la gente que se encontraba en ese momento en la isla murió o desapareció. Realmente un desastre. Y la verdad que estando ahí a uno se le cruza por la cabeza cada tanto “¿y si ahora viene un tsunami??”. Pero por suerte no vino ninguno. Esta isla está absolutamente preparada y destinada al turismo, sobre todo al turismo de reviente joven primer mundista. Hay bares por todos lados, y fiestas en la playa hasta altas horas de la noche. También hay muchos, pero muchos negocios de tatuajes, para aquellos que se alcoholizan de más. Y por supuesto los nunca tan bien ponderados negocios de masajes, algunos de ellos con el final feliz correspondiente.


De Phi Phi hicimos una excursión a una isla que se llama Koh Phi Phi Ley. Hicimos snorkel y kayac, y finalmente visitamos la famosa Maya Bay, donde se filmó la película “The Beach” (esa de Leonardo Di Caprio). Realmente es un paraíso.


El resto de los días en Phi Phi hicimos playa, salimos a la noche y descansamos, después de tanto traqueteo asiático. El tiempo estuvo bastante nublado, y con algunas lloviznas, pero nada que impidiese que fuésemos a la playa. Las playas son muy bonitas, pero sinceramente para mi, el Caribe o Brasil no tienen nada que envidiarles. De hecho, prefiero mucho más la onda latina que el reviente europeo y yankee. Pero igual lo disfrutamos mucho y el lugar es realmente bello.



Koh Phi Phi Ley - Maya Beach


De Phi Phi partimos para Phuket. Pero en el medio tuvimos que pasar un altercado con nuestro equipaje. Resultó ser que llegamos temprano a tomar el barco, con lo cual dejamos las cosas allí y nos fuimos a desayunar. Mientras desayunábamos, vimos que nuestro supuesto barco ya no estaba. Fuimos a hablar con la persona de la agencia que nos había indicado cual era el barco, y resultó que “nuestro” barco con nuestras valijas ya se dirigía rumbo a Krabi. Así que tuvimos que empezar a pensar estrategias junto con la tailandesa. Finalmente el equipaje volvió a nuestras manos. Moraleja: jamás hay que separarse del equipaje, y menos confiar en una persona con la cual uno prácticamente no se puede comunicar.

Phuket es una ciudad que no tiene absolutamente nada. Las playas están a unos 15 km promedio, pero nos quedamos ahí porque las ciudades costeras son muy caras para alojarse y demás. 

En los dos días que estuvimos conocimos dos balnearios: Patong y Kata. Patong no me gustó para nada. Es una ciudad destinada a europeos y similares con alto poder adquisitivo y ganas de cometer excesos. La playa no es muy linda y es una ciudad destinada al consumo voraz de todo lo que uno pueda imaginarse: comida, joda, alcohol, hoteles caros, masajes, sexo (con mayores y menores), tatuajes… todotodotodo. Yo sólo consumí un Big Mac y fui muy feliz. Al margen de eso, nada que rescatar. Kata es bastante diferente. Es un balneario mucho más exclusivo, lleno de resorts y hoteles preciosos y carísimos (Club Med, Hilton, etc.), y la playa es realmente bella. Pasamos un día hermoso, previo a tomar el avión para regresar por tercera vez a Bangkok, esta vez ya para despedirnos del Sudeste Asiático.


Igual, si hay algo que tengo que rescatar de Phuket, es que encontramos un spa que aceptaba tarjeta de crédito, así que todas las noches terminábamos haciéndonos masajitos tailandeses para relajarnos. Un lujo.

La verdad que me encantó haber conocido todos estos lugares, y esta cultura tan diferente a la nuestra. Los lugares que visitamos me partieron la cabeza. Y la gente, sobre todo en Vietnam y Camboya, es impresionante. Creo que sus sonrisas, su amabilidad y su alegría es una de las cosas que más me llevo de todo esto.

Y creo que a lo largo del viaje fuimos derribando varios mitos también. Rompimos absolutamente todos los mandamientos: nos lavamos los dientes con agua de la canilla, tomamos bebidas con hielo, comimos frutas y ensaladas… Y no nos pasó nada! Me parece que se exagera mucho en relación a eso.


Recomendaciones

  • Apache Beach House en Koh Phi Phi. Es lo más económico que conseguimos en la isla en la categoría hotel (caro, si lo comparamos con lo que veníamos pagando). Está muy bien ubicado, sobre la playa y al lado del centro. Las habitaciones son muy lindas. Puntos en contra: no limpian las habitaciones excepto que uno insista (y a veces ni así), no aceptan tarjeta de crédito, no sirven desayuno, y el personal deja bastante que desear.
  • Restaurante Tom Yan en Koh Phi Phi. Es el mejor lugar donde comimos en la isla. La comida es excelente y económica, y está abierto hasta tarde (23 hs.).
  • Garlic Resto en Koh Phi Phi. Es uno de los lugares más económicos para comer, y la comida es muy buena. Hay platos asiáticos y comida occidental.
  • Rolling Stoned Bar. Ubicado en el centro de la isla, en un callejón. Es un bar distinto al resto. Tocan bandas en vivo que hacen covers de rock, hay pool y buen ambiente. El personal es muy amable.
  • Anda Spa en Phuket. www.andamassageandspa.com. Es un centro de masajes y otros tratamientos ubicado en el centro de Phuket. Es muy lindo, económico y aceptan tarjeta de crédito.



martes, 19 de marzo de 2013

Camboya parte II: Siem Reap y la majestuosidad del Angkor





Siem Reap nos resultó igualmente encantadora que Phnom Penh. Después de un viaje en micro de aproximadamente 7 horas (nos habían dicho 6, lo cual estuvo muy bien para los parámetros camboyanos), llegamos. Del viaje en micro no voy a hablar, acá es todo muy precario, desde los vehículos, las rutas, como maneja la gente. Me hizo acordar a Guatemala, aunque por los menos viajamos en micros donde a cada asiento le correspondía una y sólo una persona.


Siem Reap es la ciudad desde donde se visitan los templos de Angkor, la octava maravilla del mundo, así que apenas llegamos nos encargamos de contratar la excursión de dos días que, obviamente como es costumbre acá, fue en tuk tuk.

Esta ciudad es chiquita, tiene un centro muy lindo lleno de barcitos y lugares para comer. También se nota como reflota la pobreza cuando hay turistas cerca: hay gente pidiendo plata, muchos chicos pidiendo y vendiendo, y muchos más adentro del complejo de templos. Pero bueno, Camboya es un país muy pobre, que renació después del régimen de Pol Pot hace apenas pocos años, así que era de esperar algo así. Igual no deja de ponerme triste ver a los nenes tan chiquitos cargados de cosas para vender, persiguiéndote por los templos.

Los Templos de Angkor son un conjunto de construcciones que datan del siglo XII, cuando el rey que estaba en ese momento (que no recuerdo el nombre, es difícil) quiso construir algo para dejar a Camboya en la historia. Y lo hizo. Después reyes posteriores continuaron la obra Es algo impresionante. Las construcciones son espectaculares, de un nivel de detalle increíble. Y la inmensidad del predio no se puede creer. Obligadamente hay que hacerlo en un vehículo, sino tenés que estar un mes. Son kilómetros y kilómetros. Hay valientes que se animan a hacerlo en bicicleta también.

Las entradas se pueden comprar para uno, dos, tres días, y no sé si más. Nosotros contratamos el pase de dos días. El primer día nos levantamos a las cuatro de la mañana (¡!) y nos fuimos a ver como amanecía con la vista del templo principal, el Angkor Wat. Fue muy bello. 

De ahí empezamos una recorrida que duró unas ocho horitas, por los templos de Angkor Wat (el de la foto conocida por todo el mundo), Angkor Thom (donde están los templos de Bayon, Baphuon, Phimeanakas, la Terraza de los Elefantes y la Terraza del Rey Leproso), Thommanom y Chau Say Thevoda, Ta Keo, Ta Prohm y Banteay Kdei. Los que más me gustaron fueron obviamente el Angkor Wat, Bayon (que son todas pirámides con caras gigantes hechas en la piedra), y Ta Prohm, donde se ven los árboles crecidos sobre las construcciones, con las raíces enredadas en todas las paredes y techos.

También en Bayon nos dimos el gusto de pasear en elefante. No sé si me gustó mucho, la verdad que me terminó dando mucha pena el elefantito, no sé si lo volvería a hacer.

En Siem Reap el calor sigue siendo agobiante. Te aplasta mal. Encima no entiendo porque la gente acá, y en Vietnam también, andan abrigadísimos. Con 50 grados se ponen campera, bufanda y guantes! No lo podemos creer.  Después de estar ocho horas a pleno rayo de sol recorriendo los templos, subiendo y bajando escaleras, no dábamos más. El último templo lo vimos directamente desde arriba del tuk tuk. Ya no teníamos ni fuerzas para bajarnos. Así que nos volvimos al hotel a dormir una siestita con aire acondicionado.




El segundo día seguimos con la recorrida de los templos (más pequeños esta vez pero igualmente bellos), pero no desde tan temprano, porque la idea era ver el atardecer desde arriba de una colina. Muy lindo, lástima que todos los turistas que estaban en el Angkor tuvieron la misma idea. Después ya volvimos para cenar y para preparar las cosas para volver a Bangkok.

La comida en Camboya es riquísima. Encontramos un lugar muy barato, con comidas típicas alucinantes. Probé un pollo con vegetales y castañas de cajú y una sopa de curry con pollo, vegetales y leche de coco, que venía adentro de un coco (Amok). Exquisitos. La verdad que en todos los lugares que recorrimos comimos riquísimo. Las comidas de acá son muy sabrosas, me encantó la gastronomía asiática. Lo que casi no tienen son postres y cosas dulces (por suerte!).

No deja de darme un poco de tristeza el pueblo camboyano. Los chicos vendiendo, las condiciones laborales de explotación a las que están sometidos… En los hoteles uno ve a todos los que trabajan durmiendo en la recepción. El conductor del tuk tuk que nos llevó a recorrer los templos nos contaba que él trabajaba las 24 hs. en el hotel por un salario de 60 USD por mes. Había días que casi no dormía. Su familia vive lejos, con lo cual sólo viaja a su casa cada tanto para verlos. Me daban ganas de llorar. Y creo que la realidad de muchos camboyanos debe ser así. Y por otro lado, son sumamente inteligentes y cultos. 

Todos hablan inglés, la mayoría muy bien, y también muchos entienden y dicen algunas cosas en español y otros idiomas. Tal vez la necesidad desarrolla el talento, y el turismo hace que desarrollen esa capacidad. Pero no deja de sorprenderme. En el Angkor, una nena que tendría no más de cinco años nos vino a vender postales y las contaba en todos los idiomas. También nenes chiquitos, cuando les decíamos que éramos de Argentina, en seguida nos saludaban en español (y acto seguido nos pedían plata).

Creo que lo que más escuchamos en Siem Reap fue “tuk tuk madame” y “one dolaaaar madame, five for one dolaaaaar”. Por minuto se debe escuchar eso unas 100 veces. Pero bueno, no deja de ser parte de la realidad de este país, y sobre todo de una ciudad como Siem Reap, donde su único ingreso debe provenir de la actividad turística.

Así y todo, Camboya me encantó. Con sus bellezas y sus tristes realidades. Y más allá de la belleza del país, de los templos y las ciudades, es otra vez la gente la que pone el broche de oro. Los camboyanos son alucinantes.



Recomendaciones


  • Contratar un tuk tuk para recorrer los templos. Los conductores saben bien donde llevarte, el tiempo que uno demora en recorrer, todo. Y otra vez, las propinas son muy agradecidas, y por lo general merecidas también.
  • La visita obligada desde Siem Reap son los Templos de Angkor. Un día es poco para recorrerlos. Creo que lo mínimo son dos días, para poder disfrutarlo bien.
  • La gastronomía en Siem Reap es alucinante y muy barata. Recomiendo probar Amok, pollo con castañas, y otros platos camboyanos. El centro está lleno de bares y restaurantes. Al igual que Phnom Penh tienen happy hours.
  • Hotel The King Angkor Villa en Siem Reap. Dirección: 251 Samdech Tep Vong st. www.thekingangkorvilla.com. El hotel está buenísimo. Ubicado en el centro de Siem Reap. Las habitaciones son muy lindas y tiene aire acondicionado, tele y heladera. Sirven desayuno. Se puede contratar ahí mismo un tuk tuk para la recorrida de los templos, y también venden pasajes en micro a otros destinos.

Camboya parte I: Phnom Penh y sus sonrisas





El viaje a Camboya fue bastante largo. Hay que aprender que cuando te dicen un horario, hay que agregarle un par de horitas más. Así, el viaje de tres horas a Phnom Penh, capital de Camboya, terminó siendo de unas siete horitas. A las seis de la mañana nos despertaron, y después de llevarnos a conocer un “fish market”, y una comunidad del delta del Mekong, nos embarcaron dos horitas y monedas hasta la frontera entre Vietnam y Camboya. Y después de una larga espera para el trámite de la visa, nos volvieron a embarcar unas cuatro horitas más hasta llegar a la capital de Camboya. Y debo decir que las condiciones en las que viajamos en el segundo tramo no eran de lo mejorcito, pero bueno, no hay mucha opción. 

Alrededor de las cinco de la tarde ya estábamos instalados. Lo primero que hicimos fue mandar a lavar ropa, porque ya no daba para más.

La primera impresión de Phnom Penh fue buenísima. 



La  verdad que no tenía muchas expectativas en relación a esta ciudad. Me la imaginaba bastante precaria y sin mucho encanto, pero sinceramente es todo lo contrario. Si bien se percibe que es una ciudad pobre, tiene mucha movida, muchos barcitos, una costanera muy linda, pagodas imponentes… Nos impresionó para bien.

Y la gente, otra vez, una hermosura. Las sonrisas del sudeste asiático son impagables, de verdad. La gente tiene una energía, una amabilidad y una alegría que te conmueven. Y con todo lo que tuvieron que pasar es aún más admirable.


Mi Rolando Rivas versión tuk tuk
El único día completo que tuvimos en Phnom Penh lo aprovechamos a más no poder. Tempranito contratamos un tuk tuk que es una moto con un carrito atrás (la calle está llena de estos carritos, es uno de los principales medios de transporte, sobre todo para el turista), y durante todo el día nuestro “tuk tuk driver” nos llevó a distintos lugares que queríamos conocer.





Empezamos con los Campos de la Muerte de Choueng Ek, el Museo del Genocidio Tuol Sleng, ex prisión S. 21. Terribles. Realmente me impactaron duramente ambos lugares. Para los que no saben, en 1975 el partido de los Jemeres Rojos liderado por Pol Pot, luego de una revolución, asumen el poder del país instaurando el régimen de Kampuchea Democrática. Pol Pot era un comunista radical y pretendió volver a los orígenes del pueblo camboyano, a una etnia pura campesina. 

Para ello realizó una tarea de exterminio de todos aquellos que pudieran tener algún vestigio de modernidad. Mató profesores, estudiantes, profesionales, campesinos, mujeres, niños, de todo. Los mató de las maneras más crueles que uno pueda imaginar. Decía que no valía la pena ni gastar balas en esa gente. Torturo y mandó a hacer trabajos forzados al campo a toda la población. Los que no eran torturados o asesinados, morían de hambre o por enfermedades. De una población de 8 millones de camboyanos, murieron 3 millones. Fue terrible.

Y lo peor es que el mundo de alguna manera permitía que eso sucediera. Los Jemeres Rojos tenían hasta un lugar en la ONU. Luego, el 1979, Vietnam invade Camboya y permite la instauración de otro gobierno, y así se termina el régimen de los Jemeres Rojos. Pol Pot y sus aliados se refugian en la frontera con Tailandia. Pol Pot es juzgado y sentenciado con PRISIÓN DOMICILIARIA, y muere a los 82 años rodeado de sus seres queridos (la historia se repite en muchos lugares, no?). Eso es a grandes rasgos lo que sucedió.


En la prisión de Tuol Sleng, que antes había sido una escuela,  es donde detenían a los camboyanos. Ahí eran torturados de las peores formas que uno se pueda imaginar, y después eran llevados al campo de exterminio de Choueng Ek o a otros (había más de 300 campos de exterminio), donde seguían las torturas y vejaciones, y finalmente los asesinaban. Los testimonios y fotos de ambos lugares son terriblemente crudas. En un momento no aguanté más y tuve que salir. La verdad que este pueblo vivió un infierno. 

Y uno los ve ahora, con sus sonrisas enormes, que encima son más llamativas porque contrastan con sus pieles rojizas, y no se puede entender de donde sacan la fortaleza y la alegría. Toda una generación de camboyanos fue eliminada.





Seguimos el recorrido en tuk tuk por el Palacio Real y la Pagoda de Plata. Muy lindo. Igual creo que el sofocante calor nos impidió disfrutarlo enteramente. Lo único que queríamos era un poco de respiro, y en ese predio te daba el sol a pleno (además que teníamos que vestir con decoro, o sea, pantalón largo y remera, lo que agravaba aún más la situación). Del palacio nuestro tuk tuk nos llevó al mercado principal de la ciudad. Después ya a pie visitamos el Night Market.

Phnom Penh me encantó. Aunque también se ve mucha pobreza y precariedad, y muchas más personas mendigando o vendiendo en la calle que lo que vimos en los otros lugares que visitamos. También muchos niños pidiendo.  Así y todo Phnom Penh resulta una ciudad amigable y bonita. Y creo que una parada ineludible para conocer la historia de este pueblo.



Recomendaciones


  • Si uno contrata un tour desde Vietnam para llegar a Camboya, lo mejor es que el trámite de la visa lo haga el guía. No vale la pena discutir con él, uno está en desventaja porque no maneja el idioma, ni sabe donde está parado (ellos manejan los transportes). Cobran 5 USD de más aproximadamente.
  • Si se tiene la posibilidad de leer un poco sobre la historia de Camboya antes de viajar, es recomendable.
  • En Phnom Penh son de visita obligada el Centro de Exterminio de Choueng Ek y el Museo del Genocidio Tuol Sleng. Imprescindible conocerlos para adentrarse en la terrible historia del pueblo camboyano.
  • Contratar un tuk tuk por un día para recorrer los sitios más importantes de la ciudad. Es económico y una manera rápida de movilizarse, sobre todo si se cuenta con poco tiempo. Además algunas distancias son bastante largas, y el calor es agobiante. Las propinas siempre son más que agradecidas, los camboyanos ganan muy poco dinero y trabajan más de la cuenta.
  • Para comer y beber cualquiera de los bares que están en la costanera valen la pena. Además todas las tardes hay happy hour de cervezas y tragos.
  • Hometown Hotel en Phnom Penh. Dirección: 35 st. 172, Sangkat Chey Chum Nas, Khan Daun Penh. www.home-town-hotel.com. El hotel está ubicado en el centro de la ciudad. Las habitaciones son grandes, tienen aire acondicionado y heladera. Las camas que nos tocaron eran un poco incómodas, pero estaban bien igual. No tiene desayuno.

Vietnam: Ho Chi Minh City y Delta del Mekong





Llegamos a Ho Chi Minh a media mañana después de un vuelo de casi dos horas (creo que esa última semana estuve más tiempo en el aire que en tierra firme). El avión estaba lleno de vietnamitas ruidosos, así que no pudimos descansar mucho. En un momento cerramos los ojos pero nos despertó el flash de una cámara de fotos. Un vietnamita se había parado para sacarnos una foto a nosotros tres. Evidentemente para ellos también somos una realidad digna de fotografiar. Los niños nos saludan por la calle, nos miran con caras de extrañeza, es muy gracioso. 

Ho Chi Minh, o Saigón como le gusta llamarla a la gente de acá (que es el nombre anterior a la victoria del comunismo en Vietnam, cuando Saigón era la capital de Vietnam del sur), es una ciudad totalmente occidentalizada y cosmopolita. 


Es muy diferente a Hanoi. Para mi gusto le falta el encanto de la rareza que tiene el norte. También se nota mucho la diferencia de las ciudades en relación a su historia política: Hanoi emana comunismo por todos lados, en cambio Ho Chi Minh es sumamente capitalista, con oferta de negocios, shoppings, Louis Vouitton, Starbucks y Burger King. De hecho me sorprendí cuando un nene nos vino a pedir plata, cosa que en Hanoi no habíamos visto. 

Además la gente se viste diferente, con brillos y cosas ridículas que si se lo viéramos a alguien en Buenos Aires lo mandaríamos al loquero. Un outfit a la moda en los parámetros vietnamitas sería: Sandalias de 10 cm de taco rojas con moños amarillos, y como son sandalias, van con medias (si si, acá se usa sandalias con medias). Eso se puede acompañar de un pantalón pescador de flores verdes, y una remera de Kitty. Para rematarla, un saco de lana (con los 45 grados de temperatura que hace acá), guantes, y barbijo de tela con algún estampado estrambótico. Ah, y el casco de la moto. Obvio que ellos deben pensar exactamente lo mismo de nosotros, por algo nos sacan fotos.

Nuestro hotel está ubicado en el centro, en una zona con mucha movida de turismo (acá también se ven muchísimos turistas, no tanto como en Bangkok, pero muchísimos más que en Hanoi). Cerca del mediodía nos instalamos, y salimos a recorrer la ciudad. Primero fuimos al Palacio de la Reunificación, que es el antiguo palacio de gobierno. Muy setentoso. 

De ahí fuimos al Museo de la Guerra. Sinceramente me conmovió mucho ese museo. Si bien he leído sobre la guerra de Vietnam, ver en el propio país lo que fue esa masacre, y el sufrimiento de ese pueblo es muy duro. Y el museo muestra la realidad de la manera más cruda, con fotos y testimonios que te hacen llorar. Salí de ahí muy conmovida. Una de las cosas que más me llamó la atención es que en muchas fotos de la guerra, los vietnamitas aparecen sonriendo. Y eso es algo que ya había observado en la gente de acá, siempre están con una sonrisa, si los mirás te devuelven también una sonrisa. Es terrible lo que tuvieron que sufrir.

Del museo nos fuimos caminando para la parte más céntrica y exclusiva, como si fuera nuestra Recoleta. El barrio estaba lleno de gente por los festejos de año nuevo. Miles, y miles de vietnamitas caminando por las calles y veredas, todos emperifollados  y en familia o en grupos de amigos. No puedo describir la cantidad de gente que había. Realmente son muchos los orientales! Y a eso se le sumaron las nunca tan bien ponderadas motitos. Si en Hanoi era una odisea cruzar la calle, acá se tornó directamente imposible. Millones de motos con tres o cuatro personas arriba, a toda velocidad, por todas las calles, una moto al lado de la otra, sin ni siquiera un espacio para asomar un pie a la calle. Terribles embotellamientos de motos en todas las esquinas. Algo indescriptible con palabras. Motos hasta en las veredas. Realmente nunca vi, ni me imaginé que algo así pudiera existir. Y encima los locales nos comentaban que la ciudad estaba tranquila por el feriado de año nuevo, que normalmente hay más movimiento. No me entra en la cabeza! 

Después de la caminata y unas cervecitas en el medio, nos volvimos al hotel totalmente estresados de tener que cruzar la calle.

Al día siguiente hicimos una excursión a Cu Chi, donde están los famosos túneles que utilizaba el Viet Cong para esconderse del ejército Americano. Fue una excursión muy interesante. Estaba repleto de turistas, pero bueno, nosotros también somos turistas así que nos la tenemos que aguantar. 

Después de la excursión nos volvimos para el lado del hotel. Como acá año nuevo se festeja durante varios días y la ciudad no tiene el movimiento habitual, la mayoría de los comercios y mercados están cerrados. Igual volvería a elegir pasar el año nuevo acá, creo que fue una de las cosas que más disfruté de mi paso por este país.

La comunicación se torna bastante dificultosa en Vietnam, aunque eso no deja de ser gracioso en algún punto. No son muchos los que hablan inglés, y con los que lo hacen a veces también es  muy difícil comunicarse. Creo que de ahora en más nadie me va a poder ganar en el “dígalo con mímica”. Una cosa muy graciosa que nos pasó es que uno de los recepcionistas del hotel no hablaba ni una palabra de inglés, entonces cada vez que había que pedirle algo, ofrecía amablemente la silla de su escritorio, abría el google translator en la PC, y se empezaba una especie de chat con él. Muy divertido, sobre todo cuando el google traducía cualquier cosa!

Es llamativa la habilidad que tiene esta gente para hacer todo arriba de una moto, más allá de la habilidad para manejar con cualquier cosa arriba (cuatro personas, un chancho, una escalera de 2 metros, un árbol… hasta vimos uno que iba leyendo). Incluso hay puestos de comida con cocina y garrafa (que se utilizan y trasladan arriba de la moto). De hecho hasta duermen siestas acostados sobre sus motitos.




Nos despedimos de Ho Chi Minh y nos dirigimos en excursión al delta del Mekong. Paseamos en barco por el delta, conocimos algunas localidades, una fábrica de productos elaborados con arroz, e hicimos un paseo en bote con los aldeanos. Muy bonito todo. El delta, o por lo menos lo que uno observa desde el bote, es una zona muy precaria, y contradictoriamente una de las principales fuentes de producción del país. Pero la gente siempre está sonriendo, obvio.

Después del recorrido nos fuimos para otra localidad, Chau Doc, a pasar la noche.

En la parte sur de Vietnam hace mucho calor. Mucho. Ahora entiendo al personaje de “El último encuentro” cuando hablaba del calor del trópico… De a ratos se hace insoportable. Pero los vietnamitas con sus hermosas sonrisas hacen que todo se sienta bien. La verdad que si hay algo que me llevo de este país es su gente. Para que se den una idea, la última noche que estuvimos en Hanoi fuimos a cenar por segunda vez al mismo lugar. Y cuando nos fuimos, el mozo que nos había atendido maravillosamente, nos preguntó si podía darnos un abrazo. Sin palabras.



Recomendaciones

  • Nhat Thao Guesthouse en Ho Chi Minh. Dirección: 35 Bui Vien. Buscarlo en booking.com. Es un hotel muy lindo, con una ubicación excelente. El personal es muy amable y sirven desayuno. Tiene heladera y aire acondicionado.
  • Kim Travel. http://www.kimtravel.com. Contratamos con ellos el viaje al Delta del Mekong con destino final Phnom Penh (Camboya). Estuvo bien. Los viajes terminaron siendo un poco más largos de lo que nos decían, pero parece que eso es normal.
  • En general, en los hoteles de Vietnam te piden el pasaporte. Algunos aceptan fotocopias (así que recomiendo llevar), y otros no. No hay opción, hay que dejárselos hasta que finaliza la estadía.
  • Hay una advertencia generalizada sobre la posibilidad de arrebatos (cámaras, carteras) en Ho Chi Minh, así que hay que andar con cuidado.
  • Las visitas obligatorias son al Museo de la Guerra y a Cu Chi. Tener en cuenta que los museos en general cierran temprano por la tarde (alrededor de las 16 hs.). Y por más que uno ya esté adentro, te apagan la luz.
  • Otra vez, disfrutar de la gastronomía (spring rolls, noodles y arroz en todas sus variedades, pho, entre otras cosas).


Vietnam: El caótico encanto de Hanoi y Ha Long Bay


Hanoi
Nuestro vuelo para Hanoi partió a las 7 de la mañana, así que a las 4 ya estábamos rumbo al aeropuerto. Y a las 9 de  la mañana ya estábamos arribando a Hanoi. Primera impresión: caos absoluto. Segunda impresión: más y más caos. Hanoi es algo extraordinariamente raro y caótico, pero con un caos que evidentemente todos los locales entienden. Si cruzar la calle en Bangkok era una travesía, Hanoi lo supera y con creces. No hay reglas, no hay semáforos, no hay mano y contramano, y lo peor de todo es que el 90% de los vehículos son motos. Miles y miles de motos que no frenan nunca, sólo te van esquivando mientras cruzas. Es muy loco, de repente ves cien motos que se dirigen hacia a vos, y que nunca van a frenar, y vos tenés que mandarte como si no existieran, sin arrepentirte, manteniendo el mismo paso para que ellas te vayan esquivando. Creo que acá el cansancio no lo medimos por kilómetros recorridos sino por cantidad de calles cruzadas.





Así y todo Hanoi me fascina, es todavía más interesante a mi gusto que Bangkok, en cuanto a diferencias culturales. Obviamente al estar pegada a China tiene todas las similitudes de esa cultura. La decoración de las calles llenas de colores y cosas bizarras (según nuestros parámetros occidentales). De a ratos parece una ciudad de animé. Puestos de comida por todos lados, negocios, negocios y más negocios. Por suerte para mi fiebre consumista acá lo que se vende más que nada son cosas truchas de marcas conocidas. Nada de artesanías ancestrales ni trajes típicos.


La vida de la gente transcurre en las veredas. Ahí comen, cocinan, compran, conversan.  La ciudad en sí es precaria y desordenada, y con un ritmo vertiginoso. Las construcciones son tan caóticas como el resto de la ciudad. Se ven edificios de los más distintos uno al lado de otro, o encimados, tapándose los balcones, como si cada uno construyera donde quiere. Hanoi es  la ciudad más ruidosa que conocí en mi vida. Las motos y autos tocan las bocinas como un acto reflejo, permanentemente, y eso se mezcla con el ruido de la cantidad de gente que circula por la calle, y la música que sale de los puestos y negocios.

Apenas llegamos a la ciudad, dejamos las cosas en el hotel, que estaba muy bueno, y nos fuimos para el lado del lago que está en el casco histórico de la ciudad. Recorrimos el lago Hoan Kiem y ferias adyacentes, incluido un museo o templo de no sé bien que, que queda en el medio del lago cruzando un puentecito rojo muy pintoresco. 

Después almorzamos, y comí la famosa sopa (Pho), que a mi parecer no es más que una sopa con fideos de arroz y carne, con un caldito sabroso, pero nada del otro mundo. Después del almuerzo nos fuimos a ver una de las grandes atracciones de la ciudad: un espectáculo de marionetas en un teatro. Algo muy bizarro realmente. Eran unos muñequitos que iban contando la historia de Vietnam  con música oriental de fondo, lo que hizo que a la mitad del espectáculo me empezara a quedar dormida, así que no sé muy bien como terminó.  Después de ahí seguimos caminando, caminando, y sobreviviendo a las motos asesinas, hasta volver al hotel.

Los vietnamitas me resultan muy simpáticos. Me caen super bien. Y además tenemos la facilidad de morirnos de risa cuando les preguntamos los nombres o tratamos de comunicarnos por alguna cuestión, porque como no entendemos lo que nos dicen, enseguida lo asociamos con otra cosa. Comunicarse en Hanoi es muy difícil. Nada de inglés. Sólo manos y ruidos onomatopéyicos.





A la noche salimos a cenar por las calles cercanas al hotel. Comimos en un lugar donde se podía encontrar cualquier cosa en la carta (pollo y cerdo, pero también pajaritos, rana, y hasta perro). Cómo la comunicación con la gente del lugar era prácticamente imposible, ni siquiera en lenguaje de señas nos entendían, ante mi temor de que me sirviera perro, pedí unos spring rolls (arrolladitos primavera) vegetarianos que estaban buenísimos. 

La oferta gastronómica en Vietnam es impresionante. La gente come todo el tiempo, pero no cualquier tentempié, sino comidas elaboradas. Y abundan los puestos, carros de comida y restaurantes por todas las calles. La gente se sienta en la vereda con unas sillas de plástico miniatura y se ponen a comer sus pho. Incluso creo que algunos sólo se cocinan para ellos, no para vender, y se reúnen a comer en la vereda en sus sillas, que como mucho miden 15 cm. de alto.

Después de cenar, ya alrededor de las diez y pico de la noche caminamos unas cuadras por la zona. El movimiento de gente era  el mismo que a las tres de la tarde. No sé si será porque justo estamos en los días de la festividad Tet, el año nuevo en Vietnam, y se produce una especie de “la noche de los shoppings”. La cuestión es que a esa hora de la noche los puestos en la calle seguían abiertos y la gente seguía comprando y comprando. Hasta los puestos de comida funcionaban. Realmente da la impresión que esta ciudad no para.

Hanoi no pareciera ser una ciudad tan turística como por ejemplo Bangkok, donde se puede ver gente extranjera por todos lados y casi todos hablan inglés. Acá es diferente. No se ven tantos turistas circulando (tal vez se quedan agazapados en el hotel por temor a que los mate una moto, no lo sé, pero no se ven). Y la gente local no está tan al servicio del turista. De hecho es difícil comunicarse, no todos hablan inglés, y nosotros menos que menos vietnamita.

Después de cenar nos volvimos al hotel. Y acá les quiero contar algo que nos pasó que fue tragicómico. Cuando volvimos al hotel después del paseo de todo el día, además del ruido de la ciudad se escuchaba una música permanente, un sonido muy extraño y estridente, como si fuese música oriental tocada con una gaita (que después vimos que era una flauta larga) desafinada y a todo volumen. Nosotros estábamos en el cuarto piso del hotel y parecía que la música la estaban tocando en el balcón. Nunca paró de sonar. Pensamos que tal vez venía de una especie de pub irlandés que había frente al hotel. Cuando salimos a cenar fuimos a ver de donde venía la música y resultó que al lado del hotel había un velatorio, y la música venía de ahí. A media noche, y gracias a Dios, pararon de tocar. Ya nos estaba quemando la cabeza.

El tema es que a eso de las 6 de la mañana, OTRA VEZ EMPEZÓ A SONAR LA MALDITA PSEUDO GAITA. Nos despertamos los tres porque no lo podíamos creer! Cuando bajamos a desayunar preguntamos cuanto duran los velorios en Vietnam, y para nuestra desgracia la respuesta fue tres días!!! Por suerte nos fuimos a pasar una noche a la Bahía de Ha Long!

Así que después del desayuno nos pasaron a buscar para nuestra tan esperada excursión a Ha Long Bay.

Ha Long Bay
Llegamos a la bahía al medio día. Nos subimos al barquito que estaba muy lindo, hicimos el check in en nuestro camarote, muy lindo también, y nos sirvieron el almuerzo. Bien al estilo vietnamita, miles de platos, algunos ricos y otros no tanto, pero para mi suerte casi todos con pescado y frutos de mar. Mientras almorzábamos ya nos íbamos adentrando en la bahía. Ha Long Bay es un conjunto de islas e islotes, miles, enormes rocas que salen del mar. Fue declarada patrimonio natural de la humanidad por la UNESCO. 


La verdad que es un paisaje impactante, muy pero muy bello. Según los vietnamitas, hay una leyenda que dice que cuando Vietnam se estaba independizando de China, los chinos quisieron atacar a los vietnamitas por el mar. Y desde el cielo bajó un dragón que escupió un montón de perlas que formaron las islas que componen la bahía. Así que cuando los chinos iban llegando a la costa, se chocaron contra todas las rocas, y no pudieron invadir Vietnam. Hermosa leyenda.





La primera actividad que hicimos en la bahía, un rato después de almorzar, fue conocer una cueva que hay dentro de uno de los islotes que se llama The Amazing Cave (la cueva asombrosa). Y realmente lo es. Es una cueva enorme con formaciones en las rocas producto de la erosión del agua. Difícil de describir con palabras la belleza de ese lugar. 


De ahí nos llevaron a una playa que según entendimos se llama “Tito” (o Thii T´o). No nos metimos al agua porque la verdad que estaba bastante fresco, pero subimos hasta la punta de la roca donde hay un mirador con una vista increíble de la bahía. Después de la playita nos preparamos unos mates para tomar en la terraza del barco, y a las seis y media ya nos dieron la cena. Otra vez con mucho bicho de mar. A las ocho ya no quedaba nadie, así que nos fuimos a contemplar la noche otra vez a la terraza. Es un lugar maravilloso. Y ya el clima se empezaba a perfilar más fresquito… Hanoi  y la Bahía de Ha Long están ubicados más al norte, por lo tanto el invierno es invierno, no como en el resto del SEA que siempre hace calor.

Nos levantamos a la mañana siguiente con la vista a la bahía de Ha Long. Impagable. A las siete de la mañana servían el desayuno, así que tuvimos que madrugar un poco. Cuando salimos para el comedor sentimos el frío matinal de la bahía. Por suerte nos fuimos preparados. Hasta el medio día que desembarcamos estuvimos navegando por la bahía y contemplando el paisaje. 

Volvimos a Hanoi alrededor de las cinco de la tarde, y ya se veían los últimos preparativos para el festejo del Año Nuevo Lunar. De hecho ya los veníamos observando: carteles de año nuevo por todas las calles, adornos dorados y de colores fuertes por todos lados, árboles de una fruta que es como una mandarina en todas las casas, que sería el equivalente del  árbol de navidad, gente transportando esos árboles de un lado para el otro (en moto, obvio), y muchas otras cosas. Mucho movimiento festivo.

Pasar el Año Nuevo Lunar en Hanoi fue una experiencia extraordinaria. Estoy feliz de haber podido vivirla, porque creo que son esas cosas únicas en la vida. Salimos a cenar muy temprano a uno de los pocos lugares que quedaban abiertos, un lugar muy lindo, con una atención alucinante. Después nos volvimos para hotel para bañarnos, ya que nos habían avisado que a media noche había un espectáculo de fuegos artificiales para recibir el año. Llegamos al hotel y no había nadie en la recepción. Nos abrieron la puerta de la cocina y estaban los recepcionistas sacrificando un pollo! Al principio me dio mucha impresión, pero después nos explicaron que es parte de la tradición del nuevo año. En la calle, en todas las puertas de todas las casas, había montado un pequeño altar con el pollo sacrificado (ya hervido pero con su cabeza y la forma de pollo), y otros objetos como arroz, fuego, figuras orientales, etc. 

Del hotel ya nos fuimos hacia el lago, para ver el espectáculo. Era un mundo de gente y de motos. Todos con ánimo festivo, todos alegres. El espectáculo fue bellísimo, de hecho nunca vi unos fuegos artificiales tan hermosos. La gente gritaba, aplaudía, y a nosotros no se nos borraba la sonrisa de la cara. Ya terminado el show, camino al hotel, la gente nos regalaba bolsitas con sal para la abundancia, y amuletos para la buena suerte para el nuevo año. En las calles la gente hacía unos fogones en la vereda (según lo que pudimos entender, para que “algo” se elevara al cielo con el humo), y tiraba arroz desde los balcones. 

Llegamos al hotel y al fondo había una mesa grande, con la gente del hotel, gente local y algunos turistas, festejando el comienzo del año. Muy amablemente nos invitaron a sentarnos a la mesa, nos sirvieron comida, nos invitaron vino, cervezas y frutas. Uno de los anfitriones era un vietnamita radicado en EE.UU. que había sido ex combatiente de la guerra de Vietnam. Un señor muy simpático, que contaba anécdotas y chistes. Fue una noche inolvidable.




El último día en Hanoi fue alucinante. Resulta ser uno de mis amigos con los cuales viajé tenía una conocida que estudió en Europa con un vietnamita, Tuang, con el cual tomamos contacto por mail antes de viajar. A la mañana Tuang nos llamó al hotel y nos invitó al almuerzo de comienzo de año en su casa. Así que nos pasó a buscar en un taxi y nos fuimos con él. El almuerzo estuvo exquisito. Nos sentamos en el piso, como es tradición, y sirvieron como diez platos diferentes de comida vietnamita, una mejor que la otra. Estaba Tuang junto a toda su familia, incluido su padre que nos contó que había combatido contra el régimen de Pol Pot en Camboya. Fue una experiencia increíble participar del almuerzo de comienzo de año con una familia vietnamita. Nos trataron espectacularmente bien.


Después del almuerzo, el paseo siguió por unas cuantas pagodas, y por el mausoleo de Ho Chi Minh, al cual no pudimos entrar por ser feriado, así que nos conformamos con verlo por afuera. Nos perdimos a Ho Chi Minh embalsamado. 

Después fuimos a conocer unos lagos que quedaban cerca del mausoleo, una especie de rosedal vietnamita, y nos volvimos caminando hasta el hotel, que ya a esa altura estaba bastante lejos. De camino conocimos la Catedral de Notre Dame de Hanoi, que viene a ser como una réplica de la original, con luces de neón y toques orientales. Después a cenar y de vuelta al hotel para preparar los bolsos. A la mañana partimos para Ho Chi Minh.


Sinceramente debo decir que más allá de la fascinación por Hanoi, lo que más disfruté fue a los vietnamitas de esta ciudad. Me sentí muy bien con ellos. Siempre nos trataron maravillosamente, siempre amables, siempre con una sonrisa. Tuang nos decía que después de lo que vivió este pueblo, lo único que quieren es estar en paz. Debe ser así, y se nota en el trato con el otro.




Recomendaciones

  • Hotel Marriotte en Hanoi. Dirección: 49 Luong Ngoc Quyen, Hoan Kiem. Buscarlo en booking.com. Fue uno de los hoteles más lindos en los que estuvimos en el SEA. La ubicación es céntrica. Las habitaciones son ENORMES. Tienen aire acondicionado, heladera y televisión. Sirven desayuno. Pero lo que realmente lo destaca es la calidez del personal.
  • Restaurante Gecko. Dirección: 66 Hang Trong, Old Quarter. Es un lugar muy lindo, cerca del lago. Sirven platos vietnamitas e internacionales. La comida es muy rica, y los precios económicos. Y lo que destaca al lugar es, otra vez, la calidez del personal.
  • Viet Long Travel. http://vietlongtravel.com/. En esta agencia contratamos el tour a Ha Long Bay, el cual estuvo muy bueno. Cumplieron con todo. Muy buena relación precio - calidad.
  • Recorrer la ciudad caminando, y no amedrentarse con las motos. Para cruzar hay que comenzar a caminar, aunque uno vea que las motos no paran. Mantener el mismo paso sin retroceder ni parar, que ellas mismas se encargan de esquivarlo a uno,
  • Interactuar con la gente, como se pueda, aunque sea con una sonrisa.
  • Probar los platos típicos. Son exquisitos.