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viernes, 1 de julio de 2016

Turquía primera parte: Estambul

Llegamos a Estambul muy tarde en la noche y después de un viaje muy cansador, así que casi sin darnos cuenta donde estábamos, nos tomamos un taxi a nuestro hotel con el sólo fin de dormir.

Ya recuperados, el primer día lo dedicamos a recorrer la parte antigua y europea de la ciudad, y sus lugares históricos de visita obligada.

Estambul se divide en una parte europea y una asiática, y a su vez la primera, en una parte antigua y una moderna. Estambul está separada por agua: el Mar de Mármara por un lado, y el Mar Negro por el otro, que se unen en el Estrecho del Bósforo. El agua le da un poco de respiro a tanta densidad, tanto amontonamiento y tanto acoso a los sentidos. Estambul es una ciudad multifacética. Tiene una zona cercana al aeropuerto Atatürk muy moderna, con rascacielos, autopistas y hoteles de lujo. También hay barrios más pintorescos, de calles irregulares, con subidas, bajadas y curvas, y construcciones más antiguas, que a mi gusto son las zonas más atractivas de la ciudad. Y también por estas zonas se concentran los puntos turísticos más relevantes, aunque si uno se aleja un poco de los mismos, se encuentra fácilmente con la vida local. La ciudad tiene a su vez barrios más modernos y occidentalizados, muy turísticos, como aquellos que rodean a la Torre de Galata, y también zonas residenciales con construcciones más modernas como por ejemplo las que se pueden ver circulando por la parte asiática. En este sector de la ciudad también se pueden ver residencias de altísimo poder adquisitivo, muchas de las cuales se ubican al borde del mar. En Estambul hay para todos los gustos.


Estambul

La primera visita turística obligada fue a la mundialmente conocida Ayasofia, la iglesia convertida en mezquita de un tamaño y ornamentación impresionantes. Allí se pueden ver antiguas figuras cristianas que habían sido ocultas por escrituras y diseños islámicos. Actualmente es un museo, donde se puede observar la convivencia de ambos credos, al menos en su estructura. Luego visitamos el Palacio Topkapı, residencia de casi todos los sultanes, donde se pueden ver desde los tesoros más impresionantes hasta las decoraciones más detallistas y sobrecargadas, y hasta pelos de la barba del profeta Mahoma. Una visita muy interesante. 



Ayasofia - Estambul
Ayasofia - Estambul

Luego visitamos la Mezquita Azul o Sultanahmed, que funciona como lugar de culto del islam, para lo cual tiene un enorme espacio para el rezo. El edificio es algo impresionante tanto por su estructura como por su belleza. Para terminar el día conocimos la Cisterna subterránea, que antes se utilizaba para proveer de agua a la ciudad. Un lindo lugar para conocer en poco tiempo.


Mezquita Azul - Estambul
Mezquita Azul - Estambul
Cisterna - Estambul

Todas estas atracciones históricas están situadas en la misma zona de la ciudad, y a poca distancia una de la otra, con lo cual se puede dedicar un día para visitarlas todas.

En Estambul es muy fácil perderse. Cuanto uno más se aleja del circuito comercial, como sucede casi siempre, la ciudad se vuelve más descuidada, pero empieza a aparecer el verdadero encanto, de la mano de las costumbres y la autenticidad de sus habitantes, de las calles y de la convivencia entre gente y lugar. 

Una de las cosas que más me llamó la atención de la ciudad es su enorme oferta gastronómica. Por todos lados hay negocios de dulces, puestos callejeros, restaurantes más armaditos, mercados, y en las veredas las pequeñísimas mesas y sillas, que si uno no viera allí a personas adultas creería que fueron robadas de algún jardín de infantes. En esas mesas que son parte del paisaje urbano típico, los turcos se sientan a tomar sus tés en pequeñas tacitas de vidrio. Difícilmente se vea un turco sin una de estas tazas de té en la mano, como así tampoco faltan esas tacitas vacías en los marcos de las vidrieras, y en los zócalos de los mercados.

Turquía es un país de credo musulmán. Si bien es mucho más moderado que otros países del mismo credo, el islam se practica a lo largo de todo el territorio. Estambul no es ajena a esto, por lo que está repleta de mezquitas, cada cual con sus minaretes para el llamado a la oración. Algunas mezquitas son más pequeñas, y otras de tamaños colosales, pero casi ninguna pasa desapercibida. Todos los días, varias veces por día y a la hora adecuada, se escucha el llamado a la oración que sale desde los altoparlantes de los minaretes para que toda la ciudad lo escuche y rece. Ese sonido, debo decir, es algo inigualable que nunca antes había escuchado. Tiene algo de sublime, algo de sagrado y hasta algo de paralizante.



Mezquita Azul - Estambul

Por otro lado, la religión se expresa también en la vestimenta, sobre todo de las mujeres. La mayoría de ellas lleva la cabeza cubierta de diversas formas, con pañuelos coloridos, otros más sobrios, con túnicas, y hay muchas a las cuales apenas pueden vérseles los ojos.


El segundo día lo dedicamos a los bazares. En Estambul hay dos bazares muy conocidos, el Gran Bazar y el Bazar de la Especias. El primero es inmenso. Se encuentra en el medio de la parte antigua de la ciudad, y tiene varias puertas de entrada, con lo cual difícilmente después de un paseo por allí uno pueda salir por la misma puerta por la que entró. Su tamaño es inabarcable. Así y todo, no me resultó tan desordenado y caótico como imaginaba. Ni los vendedores me parecieron tan acosadores como me habían advertido. Tal vez al darse cuenta que éramos argentinos (y los turcos tienen un radar de nacionalidades), no insistían mucho porque sabían que no iban a hacer un gran negocio. En el Gran Bazar se puede encontrar de todo, desde ropa, carteras y zapatos, hasta artesanías, alfombras y dulces.



Gran Bazar - Estambul
Gran Bazar - Estambul

Una vez recorrido el Gran Bazar, y de camino al Bazar de las Especias, la fisonomía del lugar se vuelve muy interesante, y aún más en las afueras de éste último mercado. Casi que lo mágico está por fuera, en los puestos callejeros, en la gente gritando, comprando, probando. Por estas calles hay olores, colores y sabores a granel. Y mucho, mucho ruido.


Alrededor del Bazar de las Especias - Estambul
Alrededor del Bazar de las Especias - Estambul

El Bazar de las Especias, es mucho más pequeño y a mi gusto más pintoresco que el Gran Bazar. Además los productos  que ofrecen parecerían ser más típicos, sobre todo porque la mayoría de ellos son comestibles, difícilmente importables desde China. Las delicias turcas se llevan el puesto número uno. Es imposible no querer probar todas y cada una de las joyas gastronómicas llenas de almíbar, masa filo, pistachos, castañas, y demás exquisiteces que allí se ofrecen. Sobre todo si con cada una de ellas siempre hay un turco ofreciendo un té en esas tacitas encantadoras, para apaciguar el dulce de esos manjares.


Alrededor del Bazar de las Especias - Estambul
Alrededor del Bazar de las Especias - Estambul

Luego de la visita a los bazares hicimos un paseo en barco por el estrecho del Bósforo. El paseo es muy lindo, y permite tener un mejor panorama de la geografía de la ciudad, además de darle un respiro a los sentidos. Además la vista de Estambul desde lejos, con sus imponentes mezquitas y sus colores, es bellísima Nosotros lo disfrutamos mucho pese al frío.

Luego del paseo en barco, cruzamos a pie el puente Galata y recorrimos la zona más moderna de la parte europea, el barrio de Beyoğlu, hasta llegar a la plaza Taksim. En esta zona hay una calle peatonal muy extensa y repleta de turistas, İstiklal, donde el baklava es reemplazado por el chocolate, el kebab por el sushi, y los bazares y puestos por los negocios de las marcas internacionales más reconocidas. Estambul se torna más europea, aunque no por ellos deja de ser linda. Lo que sí, pierde ese encanto y esa originalidad, y pasa a ser una ciudad linda más.



Estrecho del Bósforo - Estambul

Una de las cosas que nos llamó la atención fue el transporte público, el cual es muy moderno, prolijo y ordenado. Tal vez por prejuicio pensaba que iba a ser desordenado y un poco caótico como el resto de la ciudad, pero no, absolutamente nada que ver.

Por la noche comimos en un lugar alejado de la zona turística, y claramente más destinado a los locales que a los extranjeros. Si hay algo que destaca a esta ciudad mágica es su gastronomía, sobre todo aquella que se encuentra más alejada del circuito turístico. En este lugar escondido, Damascus, cuyo dueño era un sirio muy amable, comimos como en ningún otro lugar de Turquía. Humus, kebab, falafel, mousaka, todo muy sabroso, abundante y económico. Y una vez más, como ya nos venía pasando en cada interacción, sentimos la hospitalidad de los turcos. La gente de Estambul se esfuerza por atender bien, por hacer sentir cómodo al cliente, por brindarle todo lo que necesita. No por nada los turcos son grandes comerciantes. Saben cómo hacer para que el cliente se vaya contento y quiera volver, más allá del producto. Son grandes “chamuyeros”, en criollo. Uno se va de cada lugar pensando que comió, bebió o compró lo mejor que había al mejor precio. Hasta tienen el don de hacer creer al cliente que se aprovechó de ellos. Ilusos nosotros.

Estambul no se caracteriza por ser una ciudad bella, sino que es una ciudad alucinante. Tiene algunas zonas pintorescas, pero no son las que hacen de la ciudad algo extraordinario. Estambul es alucinante porque es una ciudad llena de costumbres vivas, como las pequeñas tacitas de té o café, los olores de las especias, las infusiones y las frutas secas, los gritos de los vendedores queriendo seducir a sus posibles clientes, o la solemnidad del rezo con su llamado y sus ecos.



Tacita turca


El día siguiente amaneció a puro sol lo cual hizo que los colores se volvieran más vivos y por ende la ciudad todavía más hermosa. La mitad del día lo ocupamos con un tour a la gorra que nos llevó a recorrer parte de la ciudad antigua, partiendo de Sultanahmed, para finalizar en el puente Galata. Si bien algunos lugares ya los habíamos visitado por nuestra cuenta, siempre es bueno estar con alguien que vaya dando una explicación de las cosas que uno ve, y el guía que nos acompañó fue muy bueno, así que el tour resultó muy interesante. Además de pasar por Ayasofia, el Palacio Topkapı y sus alrededores, visitamos una mezquita pequeña y escondida con un trabajo de mosaicos impresionante, el parque Gülhen, la Estación del Expreso Oriente, la oficina de correos y otros edificios y calles. Finalizado el tour en la ruidosa y atolondrada costanera, nos volvimos para la zona del Palacio Topkapı y visitamos por nuestra cuenta el Museo de Arqueología. El museo es grande, con algunos sectores muy interesantes y otros no tanto, al menos para mí. Lo que nos llamó mucho la atención es que las salas estaban prácticamente vacías. Por  momentos teníamos tres guardias para cada uno de nosotros.

Por la noche, y como era de prever, volvimos a cenar a lo de nuestro amigo sirio, para finalizar con la cata de todos los platos de la carta. Nada nos decepcionó.

Hay algo que debo decir en relación a los hombres turcos y es que son muy metro sexuales. Es evidente que hay mucha producción antes de salir a la calle. Desde el vendedor de especias, hasta el policía, no importa el rubro. Todos tienen sus barbas perfectamente recortadas, sus peinados prolijos y sus ropas ajustadas. No es casualidad que uno de los negocios que más se observa son las peluquerías de hombres (y siempre están con gente). Además de la producción estética, los turcos son muy simpáticos y seductores. En general por lo que pudimos ver, siempre hablando de los hombres, tienen buen trato entre ellos y con los extranjeros, además de ser en su mayoría hospitalarios y bien predispuestos. Al principio parece que siempre están peleando, pero no, se comunican a los gritos siempre. En cuanto a las mujeres, no puedo decir mucho. No se encuentran muchas mujeres trabajando en comercios ni restaurantes, por lo cual la relación cotidiana es casi nula.



Sugerencias



Estambul


  • Taxi Fatih (centro, parte vieja) - Aeropuerto Atatürk 25 USD
  • Taxi Fatih (centro, parte vieja) - Aeropuerto Sabiha 50 USD
  • Taxi Beyoğlu (centro, parte nueva) – Aeropuerto Atatürk 20 USD
  • Shuttle de Sabiha a Plaza Taskim (empresa Havatas) 5 USD por persona
  • Milano Hotel. Muy buen hotel, con excelente servicio. Las habitaciones son pequeñas pero están muy bien. La ubicación es buena, en la parte antigua de la ciudad, cercano a la zona de los bazares y Sultanahmed. Si bien está ubicado en una zona comercial que de noche es oscura, no nos pareció insegura. Cerca del hotel hay unas calles peatonales con varios restaurantes (más bien turísticos), y también otros restaurantes para locales. Dirección: Muhsine Hatun Mah. Çiftegelinler Cd.Telliodalar Sk. No: 48 Kumkapı, Fatih. info@hotelmilanoistanbul.com. 45 USD la habitación doble, con desayuno buffet. 
  • Hotel Palazzo Donizzetti. Hotel 5 estrellas ubicado en la zona moderna de la ciudad (frente al famoso Hotel Pera). En Turquía se encuentran muchas opciones de hoteles de nivel por precios razonables. 65 USD la habitación doble, sin desayuno. Dirección: Asmalı Mescit Mh. Mesrutiyet Caddesi, No:85, Taksim, Beyoğlu. 
  • Restaurante Damascus. El restaurante donde mejor comimos en Estambul. Estéticamente no es muy lindo pero la comida y la atención son excepcionales. En Estambul, y en Turquía en general se puede comer muy bien en un restaurant no turístico por 20 liras turcas (7 USD) por persona. En la calle se encuentran sándwiches o shawarma por 5/7 liras. En los lugares más turísticos se puede comer desde 30 liras en adelante. Dirección: Mimar Hayrettin Mh. Balipasa Yokusu Cd. No. 92, Beyazit, Fatih, Estambul.
  • Al ser un país musulmán, las bebidas alcohólicas son difíciles de conseguir en los lugares de comidas más locales. Y cuando se consiguen no resultan económicas, si se compara con las comidas (por ejemplo, una cerveza pequeña puede costar desde 10 liras turcas en adelante). 
  • Por cuestiones religiosas, siempre conviene que las mujeres lleven un pañuelo para taparse la cabeza, y ropa recatada, si se piensa visitar una mezquita. También hay que saber que a las mezquitas no se puede ingresar con calzado.
  • Hay que tener cuidado con los taxis que se toman en la calle, ya que puede suceder que se aprovechen del turista (como nos sucedió a nosotros). Además de contar con parquímetros truchos, hay que fijarse bien el dinero que se les da cuando se les paga, para no caer en el cuento del “billete roto”. Si hay que señalarle que uno se fijó en la numeración del billete no está de más. También es conveniente arreglar el precio del viaje de antemano.


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